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El fenómeno climático La Niña vuelve a instalarse en la Argentina y ya se hace sentir en los campos de la región. Con lluvias por debajo de lo normal y suelos que no logran recuperarse, productores y técnicos advierten que será clave planificar la campaña con prudencia.

(Por Leo Baldo) Después de un par de años con lluvias más regulares, el clima vuelve a poner a prueba al campo argentino. Según el Servicio Meteorológico Nacional, el fenómeno La Niña se ha reactivado y sus efectos comienzan a notarse en distintas zonas productivas del país, especialmente en el centro y norte bonaerense, donde la falta de agua se hace sentir en los lotes y en los perfiles del suelo.

La Niña, que se origina por un enfriamiento anómalo del océano Pacífico, altera la circulación atmosférica y reduce las lluvias en gran parte del territorio argentino. Esto se traduce en menos humedad, más calor y un alto riesgo de estrés hídrico para los cultivos de la próxima campaña.

“Ya se nota la falta de agua”

En las zonas agrícolas del interior bonaerense, los productores coinciden en que las últimas precipitaciones fueron escasas e irregulares, con acumulados muy por debajo de lo normal. “Venimos con un perfil que no se termina de recomponer y eso preocupa. La siembra de maíz temprano se está retrasando y muchos esperan a ver si llueve algo más antes de largar”, comentó un ingeniero agrónomo de la región.

La situación no es nueva. Entre 2020 y 2023, La Niña afectó duramente al país, provocando una de las peores sequías en décadas. Los efectos se sintieron en todas las economías regionales: pérdida de cosechas, mortandad de ganado, caída de rindes y un impacto económico que aún se siente.

Por eso, el regreso del fenómeno en este 2025 genera preocupación y prudencia. Los técnicos recomiendan ajustar fechas de siembra, priorizar cultivos más tolerantes a la sequía y cuidar al máximo cada milímetro de agua disponible.

Los especialistas advierten

De acuerdo con los últimos informes del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), hay alta probabilidad de que La Niña se mantenga durante el verano 2025/26, con un régimen de lluvias inferior al promedio y temperaturas más altas en casi todo el país.

“Estamos ante un escenario de mayor variabilidad climática, y eso exige planificación. El productor tiene que estar atento a los pronósticos, cuidar el suelo y evitar riesgos innecesarios”, señaló un técnico del INTA 25 de Mayo.

En este contexto, los especialistas insisten en la importancia de monitorear la humedad del suelo, aprovechar las lluvias de primavera y apostar a un manejo más eficiente del agua, ya sea con cultivos de cobertura, rotaciones o reservas en represas y cisternas.

Impacto económico y local

Más allá de lo climático, La Niña tiene consecuencias directas sobre la economía local. Menor producción implica menos trabajo, menos movimiento comercial y una caída en los ingresos de toda la cadena agroindustrial.

En los pueblos del interior, donde la actividad agrícola dinamiza el comercio, los talleres y los servicios, cada milímetro de lluvia cuenta. “Cuando el campo anda, el pueblo también se mueve. Pero cuando no llueve, se nota enseguida: baja la actividad, se frena todo”, comentó un comerciante rural de la zona.

Adaptarse al nuevo clima

La realidad es que el clima cambió y los productores lo saben. Cada vez se habla más de adaptación, eficiencia hídrica y manejo sustentable. Desde las entidades rurales y los municipios, comienzan a impulsarse programas de capacitación y monitoreo climático, para que los productores locales cuenten con información actualizada y herramientas para tomar decisiones.

“El clima no lo podemos manejar, pero sí podemos prepararnos mejor”, resumió un asesor agrónomo local.

Mientras tanto, todos miran al cielo esperando que las lluvias lleguen a tiempo. Porque en la Argentina, y especialmente en el interior productivo, el clima no es solo una variable ambiental: es el pulso que marca la vida de todo un pueblo.

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