tomógrafo Ramiro Egüen

(Por Leo Baldo) La llegada de un nuevo tomógrafo al Hospital Unzué no es simplemente una noticia técnica ni un detalle administrativo dentro del sistema de salud municipal. Es, en realidad, la expresión visible de un cambio más profundo: la comprensión de que la salud pública local necesita dar saltos cualitativos si quiere responder a las demandas de una ciudadanía que ya no tolera ser espectadora de su propio atraso sanitario.

La decisión del intendente Ramiro Egüen de avanzar con la incorporación de un tomógrafo helicoidal de última generación —un GE CT Dual que supera ampliamente al equipo axial previo— implica reconocer algo que muchas veces se pasa por alto: hoy la tecnología es parte esencial del derecho a la salud. No un lujo, no un accesorio, no un gesto político; una necesidad concreta.

El nuevo tomógrafo permitirá estudios más rápidos, reconstrucciones avanzadas y diagnósticos más precisos. Dicho así suena técnico, casi rutinario, pero en la práctica significa algo elemental: que un paciente accidentado no pierda tiempo crucial, que un estudio complejo no se demore días, que el médico pueda confirmar o descartar patologías con mayor seguridad. Esa diferencia, en la vida real, pesa.

La adecuación de la sala —con nuevos vidrios plomados y ajustes exigidos por Radiofísica provincial— también muestra un criterio que no siempre abunda: cumplir con estándares, incluso cuando parecen detalles. La salud pública suele naufragar precisamente en esos detalles que nadie ve… hasta que faltan.

Quizás el salto más disruptivo, aunque menos espectacular, sea la eliminación del viejo sistema de CDs para la entrega de estudios. La incorporación del acceso digital mediante códigos QR y su futura integración a historias clínicas electrónicas coloca al Unzué en un camino de modernización indispensable para mejorar la atención y agilizar procesos.

Pero la tecnología, por sí sola, no garantiza transformación. Requiere equipos profesionales capacitados, mantenimiento constante, planificación y continuidad política. Aquí es donde vale destacar el rol de Andrés Castro, coordinador del área de Diagnóstico, que subraya algo esencial: el nuevo tomógrafo no llega para exhibirse, sino para trabajar más y mejor.

Lo importante ahora será que este impulso no quede aislado. La salud pública de 25 de Mayo necesita políticas estables, inversión constante y una mirada de largo plazo que trascienda nombres y gestiones. La incorporación de este tomógrafo es un avance concreto y valioso, pero también un mensaje: cuando se decide modernizar, se puede.

Y en tiempos donde la palabra “modernización” suele reducirse a slogans, es saludable —y necesario— que la comunidad vea resultados tangibles. Porque la verdadera política se mide ahí: en lo que cambia la vida de la gente. En este caso, en una sala del Hospital Unzué donde, por fin, la tecnología deja de ser promesa y empieza a ser realidad.

Compartir