Leo Baldo

Publicado durante el día de hoy en el Semanario La Mañana

(Por Leo Baldo) Un 8 de noviembre de 1962 se fundó el Diario La Mañana. Un 8 de noviembre, pero de 1936 se fundó nuestra tierra, 25 de Mayo. 188 años de historias. Algunas perdidas y otras contadas e inmortalizadas en diferentes tecnologías: diario impreso, cintas de vhs, audios, fotos, manuscritos y, claro, redes.

Será casualidad que el diario que tanto contó sobre nuestro pueblo haya germinado el mismo día que germinó nuestra comunidad. Me lo pregunto bastante. Quizá lo saben, porque están presentes en el recuerdo de cada uno de nosotros, Rocha, Borda y Maldonado.

Y voy al punto. A la encrucijada que desprende el sentido. Para que algo exista debe ser contado. Si algo no se pronuncia, no existe. Todo lo queda más allá del límite de los lenguajes no existe, pero vaya, si de lenguajes hablamos tenemos a la primera tecnología: la palabra hablada. Y luego el manuscrito y el telégrafo y la impresión a gran escala. Y acá entra el Diario como principal actor periodístico para contar quiénes somos. Si, somos veinticinqueños. Me detengo y pienso. No hay una definición de veinticinqueño. Si, hay muchas, porque el discurso es infinito. Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó.

Y el periodismo tiene ese déficit, ese problema. De este lado creemos que seremos claros, pero las audiencias, quienes consumimos información, viramos el sentido del tema principal. Y es normal que se vire. Por eso no afirmo y, pregunto ¿qué es festejar el día del pueblo? Lo dejo ahí, como pregunta. Significados que seguramente no serán compartidos.

Pero el periodismo con códigos puede tener el déficit o el problema de no ser interpretado. Es que se cuentan muchas cosas, pero periodismo que pone la cara, que firma una nota y que juega con un heterónimo como “El Vigia”, creado por el gran Aníbal Borda, es periodismo. Porque todos, más allá de que nos guste ese goce social de teléfono descompuesto, sabíamos que detrás del vigía estaba ese apasionado periodista que, arriba de una bici se ponía a buscar historias. Y no se trata del periodista que cumple con un trabajo que le designa un empleador. Se trata del jefe y creador que salía en la búsqueda de hechos en nuestros pagos. Eso si es periodismo y ese periodismo es pueblo.  No es anónimo. No habla un ente. ¿Se entiende?

ELIPSIS CONTINUADA

El gran problema es que ahora asistimos a la pérdida de ciertos códigos establecidos entre el periodismo y la audiencia. Con la aceleración que proponen las redes respecto a lo informativo, más desconcertados estamos y menos podemos leer. ABC del periodismo: mientras más información tengamos como algo circulante de sentido múltiples, más confundidos y desinformados vamos a estar. Y en este presente asistimos a esa realidad puramente atrofiada y anómica. Es que, se dice mucho, desde muchos lados, pero nadie se hace cargo de la palabra. El anonimato reina y es deglutido por la dirigencia política. Info 25 y Te veo, me pregunto: ¿hacen a la salud comunicativa de un pueblo? Creo que el pueblo es poner la cara y que estos perfiles sin firmas que opinan o emiten juicios de valor sobre personas de nuestra comunidad no contribuyen ni a la continuación de nuestra cultura ni a la comunicación pueblerina con la que sabíamos entendernos. Pero ojo, cada quien puede jugar este juego perverso. Quienes si escribimos y firmamos y hablamos de nuestro pueblo, considero, contribuimos a la comunidad. Remi, quien me pidió esta nota lo hace, Andrés también. El equipo de Canal 3 y muchos periodistas más que no se esconden detrás de un teclado.

Pero no olvidemos algo: si algo se consume o se mira en demasía, los responsables somos nosotros como conglomerado en palabra “audiencia”. Y no sé más qué decir. Solo creo en el día del pueblo y en el día fundacional del periodismo, hay que poner la cara, porque: El anonimato no es parte del pueblo. Lo afirmo como parte de mi verdad, pero también lo pregunto.

-Colegas, ¿dónde dejamos el periodismo? ¿Ya no sirven las Aguafuertes, Briante y sus hamacas? – se preguntó Daniel.

-Y luego explicó:

Capaz que, ante la extrema velocidad de venta de información a cada minuto, de manera anónima y, todo el día, el mejor acto para reivindicar al periodismo es pararlo un rato largo. Que se detenga y se repiense.

Porque todo está hecho pelota. Y las redes (MTEA, X) ni siquiera refundan al periodismo, sino que lo ponen en un lugar sombrío en el cual el propio oficio quedó hace tiempo a la deriva porque no hay audiencia que pueda anclar los discursos en nuevos puertos.

Realmente es angustiante.

Vuelvo y termino: un abrazo a todos los colegas que cuentan el pueblo y ponen la cara. Un abrazo a todas las personas que, en redes, a diario, cuentan el pueblo, y ponen la cara. Estos últimos son periodistas y no lo saben. Yo lo sé, pero eso es para otra nota. ¡Salud!

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