Relato breve.
Esa mañana, como de costumbre, después de ordenar la casa, se dirigió a la habitación donde había instalado su taller. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo. Rota y cubierta de pintura estaba su última obra. No podía entender, ni salir de su estupor. En su lugar otra tela con una imagen, ocupaba el atril, se inquietó, era ella, Robot lo había hecho. ¿Robot era un artista? Se sentó en el banco, tomó aliento para calmarse. La inteligencia artificial,
Había cambiado la vida en el mundo. El hombre había fabricado una máquina, a su imagen y semejanza. A veces, como un manto, cubría el vacío de las almas, y admiraban un aparato lleno de trucos, y colores engañosos. Como un acto diabólico, ¿Robot, había regresado de sus cenizas? Ella se sentía confundida, no había soñado, la prueba estaba allí, con dolor, miraba su obra destruida.
Adheridos al cielo raso del cuarto, un par de ojos biónicos divertidos, la observaban con maldad.
Autora: Olga H. Stella