¿Es la devaluación, la baja de retenciones, y el fin del cepo la salida para el sector?

Opinión. Por Arnest, nuestro economista.

Vivimos envueltos en una película que se repite desde hace muchos años, con inicios y finales conocidos, con problemas y soluciones que siempre nos vuelven a dejar en una posición final igual o peor a la inicial. Creemos que la solución nos va a sacar del pozo, pero resulta que al poco tiempo de ser aplicadas nos damos cuenta de que el efecto de la medida se agotó, y estamos unos centímetros o metros más abajo de donde estábamos cuando pedíamos socorro.

Esto parece ser que es lo que vivimos desde hace mucho tiempo, donde la inflación descontrolada de varios años nos ha llevado a una terrible distorsión de precios relativos, donde el poder de compra de determinados bienes en relación con otros se ha empañado de forma tal que perdimos noción de lo que es caro o barato. Donde los argentinos con salarios reales muy bajos pagamos precios propios de países del primer mundo. ¿Cómo puede ser que esto suceda?

Hemos llegado a una situación absolutamente difícil, pero ojo, no perdamos de vista que el piso aún puede estar más abajo. Siempre se puede estar peor, pero también podemos darnos cuenta y accionar a tiempo para comenzar a estar mejor.

La problemática que atraviesa al sector agropecuario y agroindustrial sin dudas se ve atravesada por cuestiones que van desde lo climático, pasando por lo que sucede en el mundo con el precio de los commodities, los mercados (oferta y demanda), sin dudas los problemas internos tanto en materia económica como también política, y también cada vez con más fuerza lo que sucede en materia ambiental. Esto último viene levantando su voz cada vez más fuerte, pero quizás algunos oídos no lo quieren escuchar.

El pedido a gritos de determinados actores, profesionales, dirigentes, para que un gobierno que aún está buscando consolidar sus bases para gobernar, con una economía que aún está en fase recesiva, aplique en su totalidad o de forma parcial lo que se plantea en el título parece no medir consecuencias que indefectiblemente pagaría gran parte de la población. No estamos negando en absoluto que el sector atraviesa una difícil situación, como la atraviesa gran parte de la economía que necesita recuperarse, el tema es que se están reclamando soluciones que sabemos perfectamente no han dado resultados positivos en el pasado (no paso tanto tiempo del dólar soja 1 que iba a ser único…), son efímeras y nos siguen enterrando cada vez más en ese pozo del cual no podemos salir.  No estamos aquí para analizar en profundidad a este gobierno, no tenemos los elementos para hacerlo, lo que si podemos ver es que se están planteando soluciones distintas ante problemas similares, criticadas a su vez por los que han fracasado aplicando mismas soluciones ante mismos problemas.

Este es un sector que siempre ha puesto el hombro para sacar el país adelante, es el mayor generador de divisas de nuestra economía, es el que invierte y se moderniza permanentemente, el que tiene un terrible potencial para crecer y alimentar al mundo, es el que está acostumbrado a que de su caja se “manoteen fondos” para socorrer al resto de la economía, pero también es un sector que sabe que alguna vez las soluciones deben cambiar, porque en estas condiciones por más que haya potencial para alimentar al mundo, a las claras está que no podemos ni siquiera alimentarnos los argentinos.

Es un sector que quizás también deba revisar sus prácticas y no caer preso o ser instrumento de reclamos de jugadores muchos más fuertes que con sus gritos terminan llevando a los productores a tener el arco cada vez más lejos.

Mientras por un lado se pide devaluación, eliminación de retenciones, salida de cepo, por otra parte la competencia por la tierra es cada vez más fuerte, elevando cada vez más las toneladas de soja a pagar por hectárea, con productores que cada vez les resulta más difícil competir, observando con angustia como grandes jugadores concentran cada vez más y se quedan con el campo que ellos alquilaban, ¿y eso por qué? En cierta medida porque si bien la devaluación implica mejoras de valores para los granos sin dudas, por otra parte con inflación sin resolver de por medio va a impactar en suba de precios de insumos, incremento en valor de maquinarias e implementos, repuestos, combustibles, y demás que pueden terminar afectando márgenes de rentabilidad. Entonces, ¿dónde quedan al final de la solución si no se ordenan previamente cuestiones de fondo para dar estos pasos? Y queda fuera del análisis lo que sucede con el desplazamiento de otras actividades como por ejemplo la ganadería, el agregado de valor, etc. etc.

Cerramos diciendo que el atraso cambiario, si es que existe, debe tener sus fundamentos, que las salidas de procesos tan distorsivos como los que venimos atravesando desde tantos años deben ser ordenadas y darse en el momento apropiada, sobre los cimientos necesarios para hacerse, para que dé una vez por todas resulten duraderas, y nos pongan al fin en un camino con horizonte prometedor. Eso es lo que seguramente todos esperamos de quienes nos gobiernan.

Si queremos despegar quizás sea necesario que dejen de pisarnos la cabeza, por lo tanto, estemos atentos y tengamos cuidado de pedir que se nos solucione con lo que puede volver a ser otro pisotón que nos entierre mucho más debajo de donde actualmente estamos.

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