Pedro Vilanova, un hombre que dio su vida a Agustín Mosconi: ¿Quién puede oponerse a que la delegación lleve su nombre?

El intendente de 25 de Mayo, Ramiro Egüen, envió un proyecto al HCD para que la delegación de Agustín Mosconi lleve el nombre de una persona que dio su vida por su localidad y vecinos. Acá, un repaso de quién fue.

(Por Leo Baldo) Cuando gran parte de los veinticinqueños y, por supuesto, mosconeros, decimos -Pedro Vilanova- hablamos de generosidad y servicio.

Pedro Vilanova emitiendo su voto

Don Pedro Fue un delegado que logró trascender las cuestiones partidarias ya que siempre pensó en el bien común; poniendo su patrimonio particular al servicio de la Delegación y de sus vecinos de Agustín Mosconi y de los pueblos que están cercanos.

Pedro Vilanova nunca tuvo ningún tipo de miramiento político al momento de ofrecerse, con todo su noble corazón, a la comunidad, por eso lo querían todos y sobre todo sus empleados municipales.

Vilanova fue quien auxilió innumerables veces a vecinos o viajantes que por algún desperfecto mecánico o condiciones del camino tenían algún inconveniente en su derrotero.

Quien, con las inundaciones, cruzaba kilómetros de agua con su camioneta Ford verde para trasladar a los estudiantes secundarios a 25 de mayo.  Pedro Vilanova, el de todos lados.

Comentan también que subía a la motoniveladora un día feriado o domingo para arreglar un camino y quien pasaba toda una noche sin dormir arreglando alguna máquina en su taller.

Vilanova anotaba en su cuaderno marca Gloria lo que gestionaba durante tantísimos martes: pensiones y subsidios para sus vecinos e instituciones del pueblo y, en esos viajes, realizaba mil encargues para aquellos que no tenían movilidad, postergando sus cosas personales muchas veces.

Su nieta Karen junto a don Pedro

Anécdotas sobre Pedro: el hombre que abría su corazón, formaba y hacía soñar: “A Pedro Vilanova, mil gracias”

Por otra parte, Rubén Baldo, vecino de 25 de Mayo, ex comerciante y jubilado, dijo alguna vez: “Pasé buena parte de mi infancia en la localidad de Agustín Mosconi, ubicada en el partido de 25 de Mayo, 50 km al sur de la ciudad cabecera, terminé el 6to. grado en la querida escuela nro. 13. Para poder seguir estudiando tenía que instalarme en una pensión en la ciudad de 25 de Mayo y mi familia no contaba con los medios económicos para realizarlo. Entonces me incorporé al ferrocarril, como practicante sin goce de sueldo, con la promesa de que cuando cumpliera 16 años pasaba a ser empleado permanente. Eso no se dio, pero es otra historia”.

Baldo, en una nota publicada en el año 2022, expresaba que “por aquellos años, regresaba a Mosconi, Pedro Vilanova (Integrante de un gran familia, padres y hermanos, gente maravillosa), luego de haber trabajado en Córdoba en Industrias Kaiser Argentina y, junto a su hermano, Luis pusieron un taller mecánico. La estación ferroviaria, cerraba a las 18:00 horas los martes, jueves y sábados, y a las 19:00 horas, los lunes, miércoles y viernes. Luego del cierre me encaminaba al taller de los Vilanova porque mi pasión eran los autos, llegaba y era un clásico que Pedro me dijera: -gordito cebate unos mates- y esa tarea duraba 2/3 horas, en la rueda estaban, Pedro, Luis, su empleado Horacio, más algún cliente.”

“Amante de las carreras, escuchaba por radio y leía sobre pìstones, bielas, válvulas, cigüeñales, tapas de cilindros, resortes de válvulas, cajas de velocidad, diferenciales, etc., entonces esperaba con ansiedad ver un motor abierto, siempre le preguntaba a Pedro, si es que no tenía programado algún trabajo de ese tipo, hasta que llegó el día ansiado, un habitante de Mosconi (Juan Adornetto) había comprado una pick-up Chevrolet 0 km con el motor 230. De inmediato, le hizo pintar una franja negra ancha en forma longitudinal con dos finas a cada lado, (para dar señal de que eras tuerca) para darle más facha un generoso cuenta vueltas y como estaba de moda un vacuómetro (años más tarde Dodge sacó un 1500 con ese instrumento que marcaba con una luz anaranjada en cada guardabarros), caño de escape libre y cambiarían la junta de la tapa de cilindros, por una más fina, para tratar de tener más potencia, dicho trabajo se realizaría tarde. Pedro me avisó y ahí estuve presente, para ver por primera vez una tapa de cilindros, válvulas, resortes de válvulas y la cabeza de los pistones, para mí fue emocionante, viendo eso comencé a entender el funcionamiento de un motor.”

“A pesar de mi corta edad, yo era la persona de consulta sobre automovilismo, pues escuchaba 5 programas radiales por día, las carreras y leía Goles y El Gráfico (prestados), Automundo y Corsa aún, no existían, esto tenía un premio, los días jueves había asado, muchas veces jugaban las hinchadas de Chevrolet y Ford, los hinchas del moño agarraron la racha de los Emiliozzi y pagaban en forma repetida; mi premio, ¿cual era? degustar el asado, sin pagar, por mi corta edad y por ser el más entendido (según opinaban los mayores)”., manifestaba Baldo en su reconocimiento al gran hombre querido por muchas personas.

Rubén Baldo, destacaba que “gracias a Pedro, manejé por primera vez. Don Juan Ghelfi, había viajado en tren y había dejado su camioneta en la estación y le encargó a Pedro que fuese a buscarla y le hiciera unas reparaciones, llegó Pedro sólo en otro vehículo y me pregunta: -¿sabes manejar? mi respuesta fue: -no- y repregunta: ¿Te animas a llevarla hasta el taller? no esperó mi respuesta y ya me había hecho sentar al volante, mi locura por los autos era tal, que logré llevarla sana y salva.”

“Han pasado como 55 años desde aquellos tiempos, hace mucho que no veo a Pedro, gran persona, muy querible y como mecánico, super inteligente, por aquellos años decíamos que con un martillo o una masa en la mano era capaz del arreglo más increíble”, añadía.

“Se me ocurrió escribir esto y simplemente decir: gracias Pedro, vos no debes saber que, en tu taller, pasé horas extraordinarias. Ya pasó un año desde que escribí esto: descansá en paz y un abrazo a tu familia. Me dejaste y nos dejaste un gran legado. Sos inolvidable y un ejemplo de vida”, finalizaba Rubén Baldo.

Volvemos:

Vilanova fue un funcionario activo. Siempre estaba preocupado por mantener los caminos. Ayudaba, también, a que no le faltara ningún plato de comida a nadie. Muchas veces utilizaba dinero de su salario. Eran los tiempos en los que un delegado municipal no cobraba un dinero suficiente. Su corazón grande, puesto al servicio del otro. La Comunidad es Pedro y lo seguirá siendo.

Pedro era un laburante y contratista rural. Quien le estrechó su mano alguna vez supo percibir los callos productos del trabajo en el gran taller en el que compartía los famosos asados y, en donde cada uno arrimaba lechones, corderos y abundaban las achuras, y luego se trasladaban todos a La Bodega, lugar donde Pedro disfrutaba mucho jugarse un mus y tomarse un Gancia ¿Quién no fue a uno de esos encuentros? Inolvidables.

Pedro Vilanova en la Bodega de Mosconi

Durante su carrera política fue, como decimos, Pedro Vilanova fue un delegado comprometido con sus vecinos. Afiliado radical, comenzó junto a Oscar Estévez con el retorno de la democracia. Años después, tras asumir Mariano Grau como intendente, lo acompañó durante sus dos periodos y luego estuvo con su sucesora Victoria Borrego.

Creo que Pedro trasciende los partidos políticos para resumirse en una sóla cosa: su corazón y trabajo a disposición de su amado Mosconi. Formador y entusiasta. Contenedor pleno y sonriente ser humano de atenta escucha.

Pedro Vilanova, un hombre que dio su vida a Agustín Mosconi: ¿Quién puede oponerse a que la delegación lleve su nombre?

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Fotos: Silvina Lavítola y Karen Vilanova

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