Alfajores Manto: La dulce pasión saladillense que le ganó a un sabor amargo

La localidad bonaerense conquista con un alfajor que tiene un ingrediente que ninguna otra tapa del mercado logró añadir. ¿Es un secreto familiar o un descubrimiento?

(Por Cristela Cicaré y Sandra Kan)

Cuchara en mano, delantal atado a la cintura, la función comienza entre dulce de leche, chocolates, frutos secos y la esperanza de conquistar la Costa Atlántica y por qué no, Italia donde actualmente vive su hija y de alguna manera, también una de sus inspiradoras.

Marisa Luján Vidal Mantovani, vive en Saladillo, una ciudad del interior bonaerense ubicada a 180 kilómetros de Capital Federal. Una situación laboral la obligó a superarse o morir en el intento. Ella no dudó. Reunió a su familia y de la mano de su hijo Luciano Mantovani, titular del emprendimiento, comenzó esta historia.

Marisa Luján Vidal Mantovani

Una vez más el “secreto de la receta de la abuela” se plasma en una creación gastronómica que conquista no solo a saladillenses, sino a varios puntos del país y al barrio de San Telmo en Capital Federal. “Las tapas de mis alfajores llevan un ingrediente que ningún otro del mercado tiene. Es algo que le pongo a mi receta para que tenga otra humedad. No me lo pasó mi abuela, pero es un secreto que descubrí y quedará en mi familia”, relata entre risas, Marisa propietaria de la empresa familiar Manto.

El emprendimiento comenzó cuando se quedó sin trabajo por el año 2013. “Tenía una hija estudiando en una localidad vecina y debía seguir pagándole el alquiler, fue ahí que pensé cómo seguir y me pregunté ¿qué es lo mejor que sé hacer?, su familia y amigos dijeron ¡alfajores!. Sus conocidos los ponderaban desde hacía muchos años en reuniones o agasajos. Fue ahí que decidió, con su bolsito en mano, empezar a viajar a Genera Alvear -localidad ubicada a 50 kilómetros de Saladillo- y lo hizo durante 8 años para vender su producción entre sus antiguos compañeros de trabajo. A la par un almacén pegado a su casa, también los vendía, “Cuando quise acordar tenía 50 negocios en Saladillo que me compraban. Y de a poco la Municipalidad  y la Dirección de Turismo me fueron ayudando y empecé a participar  en ferias  como la Expo Cazón , la Fiesta de la Galleta, y esto fue tomando forma”, explica.

La empresa familiar, lentamente fue incorporando equipos para optimizar el trabajo “Antes todo era a cuchara y si bien actualmente los alfajores de frutillas los hacemos con manga, el dulce de leche logramos colocarlo con una dosificadora, pero las almendras y las nueces las agregamos manualmente”, relata.

La pequeña empresa cuenta en el mercado con seis variedades: dulce de leche blanco y negro, con almendras negros, blancos con nueces, frutilla negro y blanco y conitos.

 En la ciudad los alfajores son un furor y hasta llegaron al paladar del músico Rodrigo Tapari, y del  Trio San Javier, quienes se hicieron ecos en sus redes del manjar saladillense.

“Mis inicios fueron muy precarios, imagínate que estaba sin trabajo. No podía invertir en packaging ni en nada. Al principio los envolvía en un celofán y les ponía una etiqueta precaria que decía “rojo alfajor artesanal”. Luego, mi hija, los llamo “De Saladillo a tu boca”, es el slogan que aún conserva, pero decidimos darle una marca más acotada y por eso lleva nuestro apellido reducido “Mi hijo cuando iba a jugar, sus compañeros lo veían y le decían “tráeme un Manto” y así fue que nació la marca. Todo fue una evolución vertiginosa, y hoy tenemos el nombre registrado y el packaging como cualquier alfajor industrial. Vendemos en cajas de 6 de 12 y conitos”

Actualmente se encuentran en comercios, kioskos, estaciones de servicio, supermercados, fiambrerías, etc. Se distribuyen también en 25 de Mayo, Chivilcoy, Rauch, Las Flores, Azul, Tandil, La Plata,  Mar del Plata,  Goya, Corrientes ,  San Telmo y  Banfield. Cuentan con una producción de 20.000 alfajores mensuales, con la idea de duplicar antes de fin de año la producción. Parte de la materia prima la adquieren en Saladillo, como es el caso de la harina que se las provee el Molino Harinero de la ciudad.

Marisa probó confiar en su producto y eso le dio resultados “No puedo creer adonde llegué, en mi desesperación busqué nuevos horizontes y los encontré. Para mi es un sueño cumplido y quiero seguir progresando. Anhelo llegar a toda la Costa Atlántica y también tener mi propio negocio en la Ruta Nacional 205”.

La golosina que es parte de nuestra identidad cultural y una verdadera pasión nacional, logró en una pequeña ciudad instalarse como un producto que actualmente el intendente José Luis Salomón y la Directora de Turismo Leticia Colas le ofrecen a sus invitados especiales.

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