Cada ola que castiga

(Por Nicolás Udoy)

Fue mi primera carrera en agua fría con olas.

Re cagado.

Esta corriente que te mete y esta que te saca.

Para respirar, arreglátelas.

Si trago agua, es re salada y, para completarla cuando siento q no doy más, parece que de la boya me alejo.

Con olas tan grandes y viento malevo aclimato a puro antojo de la naturaleza.

Pero vengo de una peor, de vivir en la city, de grises, de olores a hacinamiento y motores sin aceite, de clientes pretenciosos y empleados que no aparecen, de una rutina toxica (dónde falla la Fluoxetina y el Alprazolam) estoy al horno.

Y lo peor, los placeres. Pisando los 40 se parecen más a fantasmas q no dejan despertar de una pesadilla.

Así que… “al agua pato” diría mi abuela.

Entonces, nado, me relajo, todo ese frío, ese viento, esa sal se vuelven amigos.

Con un gramo de inteligencia me doy cuenta de que me conviene…

Cada trago de agua salada purga mi sistema de grasas y edulcorantes. Cada soplo de viento, con arena, exfolia toda mi piel de tanta sombra, humos y sábanas pegajosas en las que duermo. 

Cada ola que me castiga, me duele, la sufro, siento q me arranca cosas, pero la verdad es que me limpia, me lava el alma, me entibia el cuerpo, me hace feliz.

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