Nacida en la ciudad bonaerense de 25 de Mayo, Laura Ganado llevó su esencia de pueblo al corazón de La Plata, donde hoy dirige un espacio artístico que conquista no solo a los platenses sino también a estudiantes del extranjero. En una casona ubicada en la avenida 13 entre 38 y 39, su taller se convirtió en un refugio donde la cerámica, la música y la vida cotidiana se entrelazan en un mismo pulso creativo.
“Allí donde otros ven un taller, yo veo una comunidad”, dice Laura, conocida en redes como @lauraganceramica. Su espacio no tiene jerarquías ni fronteras entre disciplinas: mientras algunos moldean arcilla, otros afinan una guitarra, preparan una cena colectiva o se suman a un ritual artístico con tarot y astrología. “Cuando mezclás todo eso, lo que aparece es energía, comunidad”, resume.
La historia comenzó mucho antes, en 25 de Mayo, la ciudad donde Laura creció y soñó con dedicarse al arte. “Mi papá fue quien me compró mi primer horno”, recuerda con emoción. Ese gesto marcó el inicio de un camino que hoy reúne más de 250 alumnos semanales, treinta talleres de adultos y diez infantiles.
A los 17 años se mudó a La Plata con una valija y una certeza: quería tener su propio taller. Se formó en Bellas Artes, se especializó en cerámica y viajó a México, donde profundizó su admiración por Frida Kahlo. “Me interesaba entender si una obra puede sostenerte emocionalmente. Frida fue la prueba viva de que el arte puede sanar”, cuenta.
De regreso en Argentina, empezó dando clases bajo un árbol, en el patio de una pensión. “Mi primera alumna fue una nena de doce años. Salíamos con mi hermana a repartir volantes, porque todavía no existían las redes.”
Hoy, junto a su compañero Emanuel —músico y cofundador del proyecto—, coordina un equipo de 18 personas entre docentes, artistas y exalumnos. “Hasta mis perros, Miguelina y Domingo, son parte del taller. Todo convive, todo se mezcla.”
El espacio funciona como una extensión natural de su vida: las clases son encuentros donde el arte se vive, no se enseña. “Trabajar con arcilla te conecta con la tierra, con lo esencial. Cuando hacés algo con tus manos, recuperás el presente y tu autoestima. El arte siempre sana”, dice Laura.
Entre hornos encendidos, guitarras, pinceles y aroma a comida casera, el taller vibra con una calma intensa. “A veces hay silencio, otras veces alguien canta o le hace una sonrisa a un muñeco de tela. Todo fluye, y eso también es arte.”
La Plata, con su pulso universitario y cultural, fue el escenario donde la artista de 25 de Mayo pudo expandir su universo creativo. “No hablo de taller de cerámica —aclara—, hablo de un espacio vivo. No se trata solo de hacer piezas, sino de aprender a mirar distinto, a uno mismo y al otro.”
Desde aquel árbol en su ciudad natal hasta la casona que hoy inspira a cientos de alumnos, la historia de Laura Ganado tiene la textura del barro y la temperatura del fuego. “La cerámica, la música, la comida… todo tiene un mismo pulso. Lo que hacemos acá es simple: conectarnos. Y eso también es crear.”
