emergencia hídrica nota de opinión leo baldo

(Por Leo Baldo) La emergencia hídrica que golpea a 25 de Mayo y Bolívar vuelve a desnudar una verdad incómoda: cuando el agua avanza, cuando los caminos se cortan, cuando la producción se paraliza y cuando los vecinos quedan aislados, no hay margen para la grieta. El agua no distingue colores políticos. La angustia tampoco.

La crisis que atraviesa la región —con más de 1650 milímetros en apenas siete meses— deja en claro que los distritos del interior productivo siguen siendo los grandes olvidados de un país que dice ser federal, pero que rara vez actúa como tal.

La llegada del director de la Agencia Federal de Emergencias, Santiago Hardie, y la voluntad expresada por Nación de acompañar a los municipios es un paso positivo. Un paso necesario. Pero también obliga a preguntarnos:


¿Por qué cada catástrofe debe ser el recordatorio forzado de que el interior existe?

Durante mucho tiempo —y este gobierno tampoco ha sido la excepción— la gestión nacional habló de productividad, competitividad y crecimiento, pero muchas veces dio señales equívocas hacia el campo y la agroindustria, que no son un sector más: son el corazón económico de la Pampa Húmeda, el motor que sostiene a los pueblos y a buena parte del país.

Un gobierno que piensa casi exclusivamente en la macro, que mide variables en términos de Excel, no siempre alcanza a ver que en los pueblos el drama es real: caminos intransitables, tambos aislados, productores frenados, escuelas rurales sin acceso, ambulancias que no pueden entrar.

Esa distancia —esa falta de comprensión territorial— no empezó ahora.
Es la consecuencia de décadas de políticas nacionales que se llenaron la boca con la palabra “federalismo” pero jamás construyeron un federalismo verdadero.


Las mesas donde se toman decisiones cruciales casi nunca tienen una silla para los intendentes del interior, quienes conocen la tierra, las cuencas, los caminos y la realidad mejor que cualquiera en Capital.

Por eso es importante celebrar la articulación lograda entre 25 de Mayo, Bolívar y Nación, pero también es indispensable dejar claro algo:
no alcanza con una foto, un anuncio o un operativo temporal.


El interior necesita políticas sostenidas, inversión, infraestructura y una presencia permanente del Estado nacional que deje de mirar la producción como un sector y empiece a verla como una matriz estructural del país.

La emergencia hídrica no es solo un fenómeno climático: es un espejo.
Nos muestra lo que somos, lo que nos falta y, sobre todo, lo que ya no podemos seguir postergando.

Hoy más que nunca, 25 de Mayo y Bolívar necesitan acompañamiento real.
Y Argentina necesita entender, de una buena vez, que sin interior productivo no hay Nación posible.

Compartir