Giselle Bielous: “El gran miedo no es morir de hambre sino a que no nos amen”

La acompañante o mentora en diversas disciplinas nos concedió una entrevista. Destaca que es importante trabajar el ego y respetar toda creencia. Además, adelanta que está trabajando en espacios al aire libre. “Todo trabajo de autoconocimiento tiene que estar sostenido por la paciencia, la perseverancia, la repetición y las ganas de seguir buscándose”, adelanta

Nació en la ciudad de Lanús. Hace un poco más de 10 años se radicó en 25 de Mayo.  Tiene 45 años.

“Llevo alrededor de 20 años en esto del desarrollo evolutivo”, nos cuenta.

Empezó a través del yoga y la meditación. Se formó en la Fundación Hastinapura con bases en la filosofía oriental y occidental, y mística y religión en cuanto al universalismo. Ahí está la piedra en la que se para.

“En el profesorado de yoga, más allá de las posturas, vemos mucho lo que tiene que ver con las emociones y con la psiquis de la persona para integrar el cuerpo físico, mental y emocional”, narra.

Por otra parte, resalta que desde la práctica de la meditación trabajan la psicología espiritual, la psicología formativa, entre otras materias que le permiten ver cómo y de qué manera ocuparse de la mente.

Giselle respira y sigue contando:

“Se trata de acompañar al otro en la práctica que elija”, explica Giselle, que además realiza una columna radial en el programa del periodista Miguel Ruella, hace más de seis años. “Tuve otras columnas radiales. Me gusta comunicar todas las disciplinas que practicamos”.

“En Hastinapura, que tiene una formación universalista, se trabaja el yoga desde hatha”, menciona la profesora superior de hatha yoga. Además, es profesora superior de meditación universal. Asimismo, trabaja el mindfulness, el coaching ontológico, la programación neuro lingüística y la biodecodificación, entre otras disciplinas.

“Trabajé mucho en el acompañamiento del buen morir. Es una mirada oriental, de autoconocimiento y el autocuidado.” Relata.

El buen morir abarca el bienestar de los familiares del paciente, que más allá de la tristeza y dolor razonables, puedan evitarse duelos patológicos. La familia se considera parte importante del equipo terapéutico, por lo que se procura apoyarla para que asuma un rol activo en el cuidado de la persona enferma.

Gisselle tiene un currículum amplio. Se abrió al reiki y a la apertura de registros akáshikos. En nuestro pueblo es muy conocida y trabaja con muchos vecinos en diferentes sesiones. El lugar holístico es lo que ella considera la “esencia”, pero para llegar a los demás le “gusta trabajar con las emociones y no con un lenguaje tan filosófico”, expresa.

Brinda sesiones de meditación y prácticas de yoga en su espacio físico, de calle 28. Pero destaca que se está abriendo en lugares al aire libre a través de diferentes jornadas, “retiros”, los llama.

Asimismo, utiliza las tecnologías como redes y radio, para divulgar. Ella no se define como profesora, sino como una acompañante que trabaja el ego y ayuda a desarrollar el amor propio. Su experiencia también se centra en las ciencias de la salud, conoce ese otro lado, trabajó en farmacias, ópticas y laboratorios, es técnica en inmunohematología. Preconiza la prevención y no la medicación.  Giselle sigue en su búsqueda e invita a las personas a su derrotero.

“Todo trabajo de autoconocimiento tiene que estar sostenido por la paciencia, la perseverancia, la repetición y las ganas de seguir buscándose”.

A través del acompañamiento, de la situación del otro, aprende: “Es ahí donde salgo a buscar. A través de la pregunta. Sólo sé que no se nada”. Sócrates en todos lados, una frase antes de cristo, que se repite.

“Propongo que la persona se abra a su sinceridad. Eso es importante en el momento de acompañar. Las preguntas son importantes, pero sobre todo la escucha activa”, cuenta.

Dice que la humanidad debería abrirse cada vez más: “Es importante liberarse de las estructuras y de las creencias. Todo es lo mismo, hay vibraciones más allá de los símbolos”. El sincretismo es presente. “Todos los caminos conducen al amor y no a Roma”.

Giselle es consciente de que los seres están siempre: “Hay amor en el abrazo a un árbol, pero es bueno pedirle permiso antes, no hay que dar por hecho algo anticipadamente, sino respetarlo”. El árbol siente, la naturaleza respira. Trascendental declaración. Hoja de hierba, un canto a ellos mismos, Whitman.

“Todo lugar es un aprendizaje, todas las religiones y disciplinas. El universalismo es el lugar. Todo sirve para aprender y cada lugar es una puerta. Quizá valga para salir del consumismo, de los medicamentos y de más cosas que tenemos instaladas. Es importante saber por qué consumimos algo”, define.

En tanto, nos comenta, respecto a la sanación, que ella no puede tapar una herida con una curita. Puede frenar “el sufrir de la mente” con una práctica de relajación o meditación o con las demás disciplinas que aborda en cada encuentro. Un camino, multiversos. “Si es que no vamos al hueso para observar desde donde mi ego me está sacando la posibilidad de ver al mundo desde otro lugar, no voy a crear nada nuevo”.

Velocidad

“Hay un exceso de -llame ya-“. “Las emociones duran más. Hay que profundizar, generar una filosofía de vida que abordar. Tenemos un ego desequilibrado, pero al ser una construcción, nosotros podemos ponerle límites y desde ahí dejar que las emociones sean para que no lleguemos a enfermar. La enfermedad viene como un signo, nos muestra que hubo un stress que en algún momento hemos afrontado y el cuerpo hizo algo para mantenernos vivo”.

Gisselle promueve la prevención permanentemente. El autocontrol. Hay estoicismo en sus palabras. “Hay que salir del automático para generar comunidad. Hay que estar en comunión, en unión”. El abrazo es importante para ella, la mirada y la respiración. “Cada uno conecta con el amor propio desde la creencia que tiene”, argumenta.

“El gran miedo no es morir de hambre sino a que no nos amen, pero hay que recordar que todo duele, no se puede evitar el dolor. Tenemos que vivir en un mundo en donde podamos crear y que sea más holístico”, finaliza.

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