Guatemala: Mujeres trabajan para preservar uno de los lagos más lindos del mundo

Se trata del espejo de agua conocido como Atitlán. es el tercer lago de agua dulce más grande de Guatemala, declarado como reserva de la biósfera por parte de la UNESCO

El Atitlán, considerado por muchos uno de los lagos más hermosos del mundo, enfrenta una cruda realidad: la creciente cantidad de desechos que llegan a su entorno. Un grupo de mujeres guatemaltecas ha decidido ponerse este desafío al hombro y trabaja, desde hace más de cinco años, en la recolección de residuos reciclables para evitar que lleguen a sus aguas. Así es su misión para preservar este tesoro nacional.

El Atitlán, anclado en las faldas de tres volcanes, es el tercer lago de agua dulce más grande de Guatemala, declarado como reserva de la biósfera por parte de la UNESCO. Su nombre, de origen maya, significa “el lugar donde los arcoíris adquieren sus colores”.

La belleza de su entorno lo han convertido en uno de los grandes puntos turísticos del país y la región. Para quienes viven allí es mucho más que eso. “El lago de Atitlán es nuestra vida, porque sin el lago uno no puede vivir”, resume en diálogo con CNN en Español Santos Tepaz, integrante de la cooperativa Atitlán Recicla. El lago, y su entorno, es su hogar y también su fuente de alimento.

Pero enfrenta a un gran reto: la cantidad creciente de desechos que van a parar allí, afectando la calidad del agua y la biodiversidad del entorno.

Un grupo de mujeres decidió actuar frente a esta realidad. El resultado es Atitlán Recicla, una organización que ha recolectado en aproximadamente seis años cerca de 1.500 toneladas de materiales reciclables del propio lago y de las comunidades que lo rodean.

“Inició en el año 2017 como un proyecto con dos objetivos principales: uno social, que es generar fuentes de ingreso y empleo para mujeres de la región, para mujeres de la cuenca del lago Atitlán, y otro ambiental, que es poder preservar y salvaguardar el lago”, explica Darlyn Salguero, gerenta de Atitlán Recicla.

El trabajo que hacen estas 61 mujeres no es sencillo. Recorren, calle por calle, viviendas, centros educativos y negocios. Recogen los materiales que pueden ser reciclables y, además, hacen una labor de concientización entre los vecinos.

“Se ha fortalecido la sensibilización y educación ambiental, pero también se le ha dado alternativas a la población para poder sumarse a esta cadena del reciclaje”, dice Salguero.

Separan las piezas según el material del que estén compuestas —por ejemplo PET, cartón o vidrio— y las limpian manualmente, dejándolas prontas para vender a plantas recicladoras, donde continuará el proceso para que vuelvan a utilizarse.

En el año 2021 la iniciativa se convirtió en una cooperativa de mujeres recicladores, que según Salguero es la primera con estas características de todo Centroamérica. Su objetivo a futuro es poder aportar mayor valor agregado a estos materiales, para que su comercialización les dé mejores frutos.

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