El escritor, docente y músico veinticinqueño, nos convida tres hermosos escritos de su autoría. Disfruten.
XXI Posar mi probóscide en tu tierno pámpano Sin departir previamente Para que la oropéndola que habita en mí, cante solaz. Decir, también, sin disquisiciones (mientras tú, a horcajadas, hundes mi hirsuta pagaya en tu sempiterno mar) Que llevaré tus besos Como oriflamas. Y así, mi escuchimizado amor Dejará de ser mendrugo De almas desorientadas Para contigo, columbrar, al fin, Los decires envidiosos. LIX "Su cuerpo desnudo es luz" Pensó, solitario. Tirado en el piso frío Con la pava sobre el repasador Y la mirada extasiada en verde espuma. "Su cuerpo desnudo es luz" Pensó, solitario. Y spinetteaba suspiros de fondo. Luego, Dio un sorbo, dulcemente, Y el aire se alivianó, apenas un poco. "Su cuerpo desnudo es luz" Pensó, solitario. Y la efervescencia, de recuerdos Que alguna vez fueron humedad, Inundó su ser. "Su cuerpo desnudo es luz" Pensó, solitario. Y cuando ya no esperaba Salir de la penumbra, La puerta se abrió, Y en pocos segundos se iluminó El sombrío mediodía. XV ¿Dirás, acaso, que no te amé cuando amanezca la noche de este amor y la caricia tibia de un Sol joven erice nuevamente tu piel? Interrogo, pues, ¿No pretenderás vivir en nuestra noche perennemente?
Autor: Germán Díaz Compagnoni
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