(Por Cecilia Stella) Relato breve
……
Nunca supe como volvió a Buenos Aires. Era evidente que se había salvado y empezado una nueva vida. Pero no pudo. Todos coincidían que su mirada había cambiado. Nadie sabía el por qué, pero el cambio era más que notorio.
Parecía que cuando se emborrachaba, recuperaba la antigua alegría, pero se oscurecía tan pronto como los recuerdos que le llegaban a su mente.
Aun estando ebrio, lo observo, todavía permanece sentado, tendido sobre la mesa, la cabeza sobre uno de sus hombros y los brazos extendidos, como hacia el infinito.
El día que Pedro me contó su historia me hizo acordar a Athos, el mosquetero que completamente borracho le cuenta a D’ Artagnan su historia trágica de amor.
Yo, al igual que D’Artagnan, nunca confesaré haber escuchado esa historia.
Alegaré haber estado ebria y con eso cubriré cualquier sospecha sobre su verdad. Seré su mosquetera y guardaré su secreto.
Por eso, ahora entiendo a Pedro. Por eso hoy recuerdo a Pedro, para que su historia no se pierda. Los hechos que marcan a los hombres, no deberían perderse jamás. Para entenderlos, porque fueron como fueron.
*La pintura corresponde a la autora del relato.
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