VIOLENTANDO PROFESORES: UNA REALIDAD SILENCIADA, UN SISTEMA COLAPSANDO

Una columna de opinión que no se guarda nada, intensa y que abre interrogantes. El profesor de Filosofía y Ciencias de la Educación, Manuel Coria, nos invita a pensar qué pasa en el gran entramado del sistema educativo

(Por Manuel Valentín Coria)

La violencia es el resultado de la imposibilidad y la negación del diálogo. Puede ser explícita o simbólica, disfrazarse de razón y tolerar hasta a la misma muerte. También es el fin último de los opresores y la madre de todas guerras. La violencia es la conducta que los humanos podemos evitar pero que muchas veces organizamos y abalamos. Hermana del silencio y la complicidad, está ahí, acosándonos, acechándonos, tentándonos. Amiga de la venganza nos prefiere sumisos, sobre todo, cuando es ejercida desde algún lugar de poder. En la educación habita de maneras impensadas.

En muchos distritos, la violencia contra los profesores en las escuelas secundarias está cada vez más institucionalizada y notoria, solapada y negada. Dar clases suele ser una tortura.

Los alumnos lo saben, las autoridades y funcionarios miran para otro lado. Para comprender el motivo de esta afirmación lea lo siguiente. Un docente tiene varias obligaciones, llegar a horario, presentar planificaciones que muy pocos leen, escuchar a los estudiantes, ser paciente, ser tolerante, saber esperar, ser comprensivo y no debe levantar la voz a sus alumnos.

Si alguna de éstas condiciones no se da en el ejercicio de la docencia, esa persona es pasible de todo tipo de sanciones o reprimendas. Aunque la razón de la falta sea por una injusticia.

Un estudiante, tiene derecho a decir lo que piensa aunque sea una estupidez o un insulto, a insultar sin sanciones, a tener berrinches, a tener inasistencias sin límite, a usar el celular cuando se le antoje y aún así ser aprobado. Entre otros “derechos”, amparados no sólo por leyes nacionales sino también internacionales, el alumno no tiene obligación de respetar a sus profesores ni a sus compañeros, los profesores deben “ganarse” el respeto y los compañeros de un alumno violento padecen sin resarcimiento alguno.

Cuando existe la posibilidad de un conflicto de violencia explícita entre alumno-alumno, o alumno contra profesor o profesora a cargo del aula, entonces, el educador corre el riesgo de perder la carrera.

Denuncias, la otra faceta del maltrato. Una madre o un padre que tiene broncas contra un docente por cuestiones ajenas a la tarea propia de la educación en sí, lo pueden denunciar y sin pruebas claras, INMEDIATAMENTE el docente es separado de su cargo quedándole secuelas psicológicas y psiquiátricas para el resto de su vida, aunque la denuncia termine por ser falsa, aunque la madre se retracte o un padre se desdiga.

Un poco de historia. A lo largo de los últimos 20 años a nivel local, provincial, nacional e internacional, sucede que desde distintos estamentos vienen denunciado que la educación a nivel global está en franco deterioro y por ende, fracasando ¿Por qué? Porque una de las principales razones es que hay leyes que avanzaron en una serie de estrategias sistémicas y sistemáticas que le quitaron cualquier tipo de autoridad al profesor frente a sus alumnos ¿la justificación? La más subjetiva y demagógica, la inclusión.

El docente (al menos el de secundaria)   es cuestionable y culpable de lo que suceda en el aula, pero no es libre de tomar ninguna otra decisión más que hacer un acta y el resto tomará decisiones por él o ella.

Un profesional de la educación secundaria debe no sólo saber de su materia. También de un conjunto de estrategias psicológicas, sociológicas, y hasta me atrevo a decir psiquiátricas, raya todo esto a mi juicio con una relación empleador-empleado cuasi esclavista en manos del sistema educativo   del Estado y sus representantes a cargo de los distritos educativos.

Otras tareas, por ejemplo, dejar constancia en un libro a diario, hacer actas que casi nadie lee, pedir intervención de especialistas que se manejan con cuadernos y notas, porque no hay presupuesto para pagar más horas a estos u otros  profesionales, es la acabose.

La asistencia de un alumno es responsabilidad del docente. Un docente [según el directivo] y su interpretación de la norma, no puede tener ni 10 minutos de descanso entre hora y hora de dar clases.

Sálvese quien pueda. Ahora, déjeme decirle que en teoría existen algunos minúsculos y complejos artículos de las leyes y estatutos, (recovecos, vericuetos, vacíos legales) desde donde los sindicatos y los abogados que osan defender a un profesor, en muy pocas ocasiones tienen la suerte de sacarlo casi “ileso” y hacer justicia de verdad. Y aún así, quienes logran salir adelante, nunca olvidarán que “con este sistema nadie debe meterse”.

Trampas “legales”. Aunque no existen ni estadísticas, ni datos claros de acceso público. Pero el río suenaEl maltrato psicológico a una persona que ejerce la docencia no está cubierto por la L.R.T. (Ley de Riesgo de Trabajo)

Lo fácil de denunciar. Los profesores y profesoras de secundaria en nuestro distrito, sin causas reales en muchas ocasiones, son denunciados recurrentemente por padres y alumnos. Parecería que alterar la vida de un ser humano sin justificación puede ser un oficio o una costumbre rentable para otros. Basta con la palabra de los denunciantes que así logran que se hagan actas y hasta sumarios a docentes. Luego, ese mismo profesor o profesora, es presionado por algunas autoridades educativas al punto de que muchos docentes en estas circunstancias elijen renunciar a sus horas cátedras, (perder parte de su sueldo), antes que seguir padeciendo los embates injustos tanto de estudiantes, padres, como algunos de sus pares devenidos en autoridades de escuelas o distritales.

Hay honrosas excepciones que luchan contra estos mecanismos injustos, me refiero a directivos sobre todo, es digno de dejarlo plasmado, pero la excepción no hace  la regla.

Los filibusteros devenidos en autoridades. Existe lo que yo llamo docentes devenidos en autoridades educativas, quienes sin miramientos y ninguna consideración operan en contra de cualquier derecho del trabajador de la educación. No asisten, no ayudan ni orientan a sus compañeros. No dan cuenta de sus decisiones sancionatorias (arbitrarias muchas veces) a menos que se las pidan. Y cuando lo hacen, imponen cualquier criterio de interpretación de la ley y vuelven a vulnerar los derechos de sus propios colegas.

Este tipo de abusos y violaciones contra los derechos de los y las docentes de secundaria sucede también en muchos institutos de formación docente ¿Qué quiero decir con esto? Que al docente en formación se lo acostumbra a normalizar la injusticia. Lea lo siguiente….

Cuando una persona que sueña que será profesor o profesora está en desacuerdo, plantea alguna diferencia con una cátedra del instituto donde estudia. O cuando, por ejemplo, tiene alguna desavenencia con las autoridades de una institución de estas características, entonces, ese aspirante a profesor se sumerge en la pesadilla de reprobar, ser perseguido o directamente debe abandonar la carrera y así sus sueños.

En un primer año de un instituto de formación docente, arrancan   hasta 60 personas o más, egresan no más de diez por curso ¿Es sólo por simple decisión de los estudiantes que aspiran a ser profesor? No. Hay un vacío legal más en el sistema que deja sin derechos antes de comenzar la carrera docente y así vamos normalizando la violencia institucional en la educación.

Este simple artículo pretende exponer y expresar una mirada analítica sobre la situación de la que muchos reniegan, sufren y se angustian. Sé el riego que puedo correr, ya lo he vivido. Y he visto cómo un grupo de docentes repartía horas para unos y negaba horas a otros. Sé que alguna autoridad en época de elecciones puede tomar alguna reprimenda. Soy de los que cree, que si no nos animamos a correr riesgos, no vivamos.

Lo triste, hay colegas cómplices y “autogestivos” de su propia carrera que buscando su propio beneficio no dudan en agitar denuncias falsas en contra de sus compañeros.

Lo doloroso, es que hay autoridades que omiten, con muy buena estrategia legal, reconocer los derechos de los docentes en general desde hace mucho tiempo. Aún están en lugares de poder y privilegio, cercanos a la política y los políticos varios de ellos. Amantes de las fotos y la exposición mediática.

Cuando vea a un profesor de secundaria con cara de cansado, agitado, tal vez triste, no es por su tarea en así, es por todo lo que le acabo de contar. Es vox pópuli la violencia contra los profesores de secundaria en el ámbito docente, pero esta violencia institucionalizada y simbólica, atenta contra la buena educación y el futuro de nuestros hijos. Pocos hablan, muchos callan. Nada cambia.

Tiene claramente derecho a no creerme y no coincidir, de ser así, investigue, pregunte, hable con algún profesor cercano. No espere a que le digan qué pensar. Infórmese si es docente y anímese a ser solidario con sus colegas.

Entonces sepa. Todo lo descripto es el verdadero origen de la violencia en las escuelas.

Imagine… si un grupo de personas con poder sobre usted le quita las ganas de trabajar con injusticias repetidas a diario ¿cómo realizaría su tarea? ¿Cuánto duraría allí? ¿Tendría ganas de educar, enseñar o formar?

…Piénselo.

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