Una alianza inesperada en 25 de Mayo entre el kirchnerismo y LLA

(Por Leo Baldo) Por momentos, la política argentina parecería un experimento de física cuántica: fuerzas que a nivel nacional se repelen podrían, en ciertos municipios, convivir en el mismo espacio e incluso articular acuerdos. Eso sería lo que estaría ocurriendo en 25 de Mayo, donde La Libertad Avanza y el peronismo kirchnerista podrían evaluar un entendimiento para quedarse con la presidencia del Concejo Deliberante.

La concejal Yamila Galdós dio a entender esta posibilidad durante una entrevista en el programa Punto de Encuentro, que se emite por Canal 3, al mencionar que podría concretarse un acuerdo institucional entre los bloques.

Es que, en la Argentina real —la que empieza cuando se apagan las cámaras y se prenden las calculadoras— Milei y el kirchnerismo podrían encontrarse del mismo lado de una votación. No por afinidad doctrinaria, sino por necesidad aritmética. En los municipios, los bloques rara vez cuentan con mayorías holgadas y cada banca podría pesar más que cualquier declaración televisiva.

A primera vista, la escena desafiaría el discurso nacional. Mientras Milei construye una narrativa épica contra “la casta”, dentro de la cual ubica al kirchnerismo como antagonista central, y mientras el kirchnerismo denuncia los efectos del ajuste libertario, en 25 de Mayo ambas fuerzas evaluarían un acuerdo funcional. Un politólogo dice que, en política local, la ideología es relativa y el pragmatismo absoluto.

Hay aquí un patrón conocido:
la fragmentación nacional coexiste con la simbiosis municipal.
Los adversarios irreconciliables del prime time terminarían siendo aliados de ocasión en un recinto donde lo que contaría sería sumar manos, marcar la agenda legislativa y condicionar la gobernabilidad.

La provincia de Buenos Aires, con su larga tradición de microequilibrios, lo conoce de memoria. Las alianzas más llamativas nacen en los Concejos Deliberantes, donde los acuerdos no responden tanto a las grandes narrativas como a tensiones específicas: quién presidiría, qué comisiones controlaría cada fuerza y qué margen quedaría para negociar con el Ejecutivo.

La pregunta inevitable sería:
¿cómo procesarían esto los votantes?
Los libertarios que apoyaron a Milei para desplazar al kirchnerismo y los kirchneristas que verían en el libertario un proyecto regresivo podrían descubrir que sus representantes, en la práctica, se comportan de manera menos dogmática de lo que pregonan sus líderes nacionales.

Pero así funciona, desde hace décadas, la política argentina:
las antinomias se declararan arriba y se negociarían abajo.
Lo que a nivel nacional aparece como un enfrentamiento irreductible, en los territorios se convertiría en una negociación de geometrías variables.

En 25 de Mayo, esa lógica se mostraría sin maquillaje:
las coaliciones serían fotos de momento, no contratos de eternidad.
Y cuando los números no alcanzaran, hasta los adversarios más vehementes pueden encontrar razones para sentarse en la misma mesa.

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