“Cuando a uno le gusta algo tiene que llegar hasta el final”, Fabián de Parrilla “EntreCortes”

Breve crónica sobre un apasionado de la gastronomía marplatense. La vocación y el trabajo en el mismo derrotero. 63 años de vida, 45 dedicados al campo de la atención a comensales y sabores.

(Por Leo Baldo)

Estamos en Mar del Plata. Le digo a mi pareja que no la acompaño hasta un lugar porque me siento cansado. El calor sorprende a todas las personas un domingo de invierno. Elijo sentarme en la entrada de un edificio. De frente veo un lugar escondido, pero contiene algo, como un aura verde. Leo “Entrecortes”. Se trata de una parrilla. Pocas mesas afuera y ventanas de vidrio con marcos de madera. Todo ocurre en calle Alberti entre Lamadrid y Las Heras.

Las mesas están situadas debajo de un toldo. De éste, cuelgan luces. Cruzo. Falta muy poco para la una de la tarde. Cuando llego veo a un señor de barba blanca, me mira, lo miro. Se trata de Fabián, 63 años de edad. Me tengo que ir a 25, la pucha. Lo saludo, me saluda, comienzo a consultarle sobre el lugar. “Vení, pasá”, dice, quien hace 45 años se dedica a la gastronomía.

Ingreso. La protagonista a uno de los costados es la barra. En ella se apoyan platos blancos con dibujos negros. Simple y maravilloso. Detrás, una gran parrilla. En el salón encuentro mesas familiares y para dos personas. Frases colgadas en la pared que motivan a vivir y a brindar. Vinos de diferentes varietales y marcas, bien ubicados en diferentes lugares del local. Hambre, ganas de quedarme. Comida como prosa. Cartas con sus propuestas sobre manteles coloridos.

“Acá una sóla cosa, buenos productos y limpieza”, manifiesta mientras en el fondo una señora abre la puerta de la cocina. “Mirá- me la muestra y es amplia- fíjate cómo está todo”. La veo reluciente. Hago un breve video para las redes de este medio. Mi pareja llega. “Pase señora”, invita Fabián. Va a la cocina y toma un enorme tupper. Lo abre, vemos milanesas. “Primera calidad”, lanza mientras corre esa majestuosa mezcla de pan rallado y huevo. Son de peceto y de nalga. Rojas, frescas, caseras.

Nos tenemos que ir. Lo agrego al wtsp y luego le mando un mensaje agradeciéndole. Responde en un audio de 3 minutos y cuenta todo en fragmentos que se dividen en lo escrito:

“Desde ya quiero decirles que están invitados. Me gusta cuando las personas valoran los servicios que uno brinda y lo hace desde la pasión y vocación. Sino la cosa no camina en este país. Es lo que a uno le gusta”, expresa.

Y sigue: “Cuando a uno le gusta algo tiene que llegar hasta el final. Y no me refiero solamente al trabajo, sino también a que la gente tiene que pasarla bien. Porque para eso paga un servicio y hay que respetar ese servicio. Esa es la mentalidad”.

“Acá no se trabaja dándole comida freezada a la gente o, recalentada… no, no, no, la gente está pagando, hay que valorar la plata de la gente”, remarca con absoluto énfasis y orgullo.

Se detiene: “Actualmente comer es un lujo y no todas las personas pueden darse ese lujo”.

“Hay que valorar las cosas de la gente y la gente valora lo que uno ofrece desde su negocio. A través de esa relación mutua las cosas caminan”, enuncia Fabián, a quien ya percibo como un maestro lejano al campo de los fuegos y sabores. Es estoicismo y voluntad de poder. Se viene otra cosa.

“Siempre digo que en la vida hay que ponerse una meta y, sobre esa meta, todo puede salir bien en la vida de uno. No sólo el trabajo. Muchas veces, cuando ponemos pasión, perdemos algunas cosas. Este tipo de negocios demanda cierto sacrificio. Estamos desde la mañana hasta la noche, pero para eso está”, agrega.

No se detiene: “No hay que reprocharse nada. Cuando haya que dar un paso al costado, se dará, pero con satisfacción”.

“Creo que los partidos hay que jugarlos así. Nunca hay que bajar los brazos. Siempre para delante, nunca mirar para atrás. Hay que proyectar. Hacia delante. La gente de 25 de Mayo es gente noble, gente linda”, expresa emocionado.

Gracias, Fabián. Creo que esta historia puede desarrollarse en muchos pueblos.

Encontré ese maestro anónimo, como muchos que están ahí. 

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