Nadie cierra la grieta en 25. Más que nunca a poner en práctica esa palabra que se pronuncia: Diálogo

La semana pasada La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina emitió una declaración conjunta por un diálogo responsable y comprometido que comienza con la frase tomada del Evangelio: “Felices los que trabajan por la paz” (Mt 5, 9). ¿Hay paz en las redes? ¿Los dirigentes políticos cuando notan que la mecha se enciende tienen la voluntad de apaciguar los fuegos entre vecinos? ¿Hacia dónde vamos?

(Editorial)

Ante todo, querido lector, sepa bien que usted puede no estar de acuerdo con este editorial. Si es el caso, puede comentar con fundamentos y sin chicanas o descalificaciones.

Una de las cosas que nos motivó a fundar este humilde medio fue percibir una industria del odio en Internet. Precisamente se da en las redes. Se interpretan las cosas, se sesgan. Así la estridente rueda avanza a los golpes. El fragor de cuentas que apoyan diferentes candidatos se sacan los ojos desde posteos o comentarios. Los fundamentos, una quimera. 

Ante esto, la dirigencia política es la responsable de calmar las aguas, de aminorar el fuego del enojo. ¿Dónde quedó aquel 25 en donde nos mirábamos a la cara y nos decíamos las cosas con respeto? Si nos vemos en la calle, nos mentimos. ¿Hacer política es descalificar o es escuchar las diferencias y en base a eso construir para el bienestar del pueblo?

Radicales y peronistas más dialoguistas, hay. Pero parece ser que nuestros lazos sociales que algunas veces supimos construir se toman como copia de lo que pasa en el país o en el mundo. Virulencia, efluvios que no llevan a nada. Terreno yerto pide semilla.

¿Alguien construyó el muro relatado por Camus en su Peste en nuestra comunidad? De un lado, en dicha novela, estaban los leprosos y locos y, del otro, los sanos.

Nosotros, periodistas (al menos se habla desde este medio) podemos hacer nuestro mea culpa. Lograr la objetividad es un trabajo que demanda ondas lecturas interpretativas. Pero, son muchos los vecinos con los que hemos hablado y que piden eso que se declama desde hace tiempo y que está, parece, bajo llaves: diálogo.

Construir no es mentir. La acción mata oración, dicen, no se sabe. Es un terreno donde todo vale. Paro: no nos olvidemos que en el pueblo nos conocemos todos y en el terreno civil, la calle, es donde hay que edificar las cosas. Las redes se prestan como juego perverso según el uso.

Repetimos, la calle. 25 de Mayo. No llegamos a los 30 mil habitantes. 

Creemos que lo que más nos duele, es el escaso tiempo y los espacios dado a la reflexión. Podría ser que todo este entramado pide respuestas rápidas y de crítica ad hominem porque no quiere que reflexionemos sobre conceptos. A rever.

Este es un momento crucial para nuestro país y nuestro pago chico. Estamos a nada de las elecciones generales. Con una inflación desmedida y con anuncios de un lado y del otro que tratan de paliar nuestros estados emocionales. Si algo queda claro es que la emoción, en política, triunfa ante la razón.

De este modo reafirmamos nuestro respeto por el voto ciudadano porque es una expresión fuerte de la voluntad popular. En este sentido, el voto no es solo un acto de elección.

Hay que escucharse en las necesidades concretas que hacen a una vida digna, una vida que pueda llamarse verdaderamente humana. La pandemia, parece, no nos sacó mejores.

La agenda política local debería comenzar por la escucha atenta de la realidad. Todo resultado electoral es un mensaje profundo que nos convoca a la reflexión y nos compromete con el bien de nuestro 25 de Mayo.

No hay pueblo posible sin diálogo. Tampoco hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones al que piensa distinto. En las redes, repetimos, se ve.

El mundo entero existe por el mérito de aquel que modera sus palabras en el momento de una disidencia.

Diálogo para la amistad local

Necesitamos imperiosamente de la charla para la amistad local y que haga del encuentro nuestra cultura.

“Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación”, expresó la Iglesia. A ponerlo en el plano de nuestro distrito.

Bajo esta perspectiva, anhelamos que toda la dirigencia política, independientemente de sus afinidades partidarias, asuman la responsabilidad de presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril. El show que sangra.

Por último, dejamos un mensaje que un vecino nos confió en el día de ayer: “Queremos ser un 25 de hermanos. Es nuestro deber con las generaciones presentes: Construir hoy un futuro basado en valores solidarios y compartidos, en la incansable búsqueda del bien común”.

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