Se trata de un jinete y domador que el día 19 de octubre llevará a cabo un evento, en la ciudad de Pergamino, en el cual recaudarán fondos para el Hospital Unzué de 25 de Mayo. El cáncer de mama como impulso. Y, además, Agustín Mosconi, su lugar. Una historia para leer.
(Por Leo Baldo) Su nombre es Sebastián Morando, es un deportista profesional. Desde que tiene 17 años hizo varios deportes. Representó a nuestro país jugando al golf.
Charlamos vía teléfono. Él lo hace desde la ciudad de Agustín Mosconi, donde eligió vivir. Quien escribe, desde 25 de Mayo. Se corta, pero charlamos.
Sebastián Morando es un apasionado de los caballos. Doma, es jinete. Convive junto a ellos y acá radica parte de su historia.
“Me dedico a los caballos desde muy chiquito, desde que tengo 3 años. Aprendí a montar a caballo por herencia familiar y el día que decidí verdaderamente dedicarme a los caballos fue al mismo tiempo que me dediqué al golf. Las dos cosas al mismo tiempo. Y no podía hacer ninguna de las dos”, dice Morando. Optar por una y continuar para poner todo en algo, interpreto.
Y sigue y, como historiador y amante de eso de andar con o sobre el animal, define: “En Argentina nosotros tenemos un concepto de lo que es un domador, que es una persona que agarra un caballo de 4 ó 5 años y lo desbrava, o sea, le quita todo lo salvaje que puede tener”.
“Lo toma, por decirlo de alguna manera, a 6 meses de monta, lo deja más o menos a que lo pueda montar cualquiera. Y después el especialista, que es un poli, una persona que hace alto, una persona que hace otro deporte, lo especializa al caballo en eso”, añade Sebastián Morando.
Él empezó siendo lo que nosotros llamamos domador, pero cuando viajó a Estados Unidos, a Europa, aprendió que la doma de un caballo empieza el primer día y termina el día que se muere el caballo.
“Los caballos se pierden toda la vida. Entonces, yo soy un jinete que hace sus propios caballos desde el día uno”, expresa desde la tranquilidad del pueblo de Agustín Mosconi.
En esta línea Morando divulga que “el 80% lo aprendí de los caballos. El otro 20% lo aprendí estudiando en Europa, especializándome fuera del país”.
Para Sebastián Morando un caballo es parte de su vida.
¿Qué le enseñaron los caballos a Sebastián?
“Todo. Toda mi vida es exactamente igual a mi vida con los caballos. O sea, a ser paciente, a ser el que piensa, porque, digamos, dentro de la relación que se establece entre el ser humano y el caballo, el ser pensante es el humano. Entonces, poder pensar y analizar cada situación de mi vida como si estuviera tratando, digamos, con alguien que necesita que yo sea muy paciente para que pueda aprender”, manifiesta.
Y añade: “sobre todo a respetar la vida de todos los lugares, ¿no? De todos los espacios que uno debe respetar, tanto la humana como el animal”. El mensaje es hondo. A galopar o a trotar. A acariciarlos o a decodificar lo que los ojos de estos animales nos dicen. Los ojos, el alma.
Sebastián: el hombre que eligió Agustín Mosconi: “Me van a enterrar acá”
Morando eligió una comunidad única dentro del partido de 25 de Mayo. Es, para quien escribe, otro universo. Hablamos de Agustín Mosconi, al sur del partido de 25 de Mayo. Solidaridad y comunión podría ser la semblanza del terruño.
Hace seis años que vive ahí. El motivo, lo define Morando: “yo era un viajero del mundo. Yo andaba en Europa o estaba siempre en otro lugar; no llegaba a poder comprarme un lugar. No tenía los medios, no podía. Y cuando verdaderamente pude, de todos los lugares que yo logré ver y conocer, el lugar que me cautivó en diez minutos fue Mosconi. Fue verlo y el lugar estaba hecho una tapera”. Y se dijo, “yo quiero estar acá”.
Y amplía sobre la localidad porque ama el lugar: “Mirá, yo estaba en Europa, específicamente en Andalucía, con posibilidades de quedarme viviendo en Europa y viviendo de manera muy cómoda, ¿no? Y yo quería volver a la Argentina. Quería volver a la Argentina y miraba en Facebook, en publicaciones de campo de acá, veía siempre la misma publicación que aparecía, pero en el puesto 50 de las accesibles, de las que yo podía, era la de Agustín Mosconi. Y yo decía, todos los días me despertaba y decía, ojalá que siga estando, ojalá que siga estando, y ojalá que siga estando. Y una vez ya estando en Buenos Aires, a punto de volver a viajar, me dije, -¿es ahora o nunca?- Y cuando llamé por teléfono, me atendieron, me dijeron, tenés que ir al dueño. Me dijo, yo no estoy, pero te va a atender una mujer que es del pueblo, que es Andrea Fillol”, explica.
“Andrea es una fenómena, me mostró la casa y me dijo, -esto es así, pero acá los jueves nos juntamos a comer-, el pueblo es maravilloso. Y yo dije, – sí-, mi mujer me miró con cara de,-estás loco-, y acá estamos en la loma del traste. Yo quiero esto. Y bueno, llamé al vendedor, le dije que lo compraba. A las dos semanas estábamos firmando la escritura y al mes contraté una cuadrilla de, no sé… parecía que estaban haciendo un edificio para refaccionar todo esto. Y me vine a vivir y nunca más me fui, ni me voy a ir, porque me van a enterrar acá”, narra Sebastián Morando. Evidentemente, su lugar en el mundo.
En Agustín Mosconi encontró “que cada cual tiene su mundo, cada cual tiene su propio mundo. Y cuando deciden participar convergen en lo de Andrea, algo que me encantaba hacer, me encantaba hacer, hasta que mi mujer se enfermó de cáncer y no podía ir, digamos, a la tardecita a tomarme la copita con todo el mundo. Pero lo que más se encuentra es solidaridad, buena gente y gente cálida, gente muy hospitalaria”.
Y que continúe expresándose sobre su lugar: “Mosconi es un pueblo que recibe bien a la gente, ¿no? Mi hija nació en pandemia. La idea era que naciera en Buenos Aires por cuestiones de la prepaga, ¿no? Pero bueno, no se pudo. Nació en el hospital del 25 de mayo, en el Unzué. Y, al día 2 de haber nacido, estaba allá en Mosconi. Y es más mosconera que los mosconeros porque ama Mosconi, porque es su plaza, porque es su parroquia, porque es su lugar, porque dijimos que fuera el jardín infantil de Mosconi, que son seis alumnos. En total cinco, perdón, me corrige mi mujer, son cinco”.
“Y somos, viste, esto es a pulso, esto se lleva adelante a pulso, tanto el pueblo como el jardín de infantes, la cooperadora del jardín de infantes, viste. La calidad de vida es maravillosa. Mosconi no tiene precio”, añade desde lo más hondo de su corazón.
Sebastián Morando en su cuenta de Instagram tiene más de 100 mil seguidores. Es jinete, pero a la vez, un historiador de lo que ama. Un académico. Da gusto escucharlo en su feed cuando sube un breve post refiriéndose a tal tema. El algoritmo manda. Y él, de voz gruesa, con horizonte limpio de fondo en el extenso paisaje bucólico, envía su mensaje a todas las personas que lo siguen.
La clínica que llevará adelante Sebastián Morando a beneficio de Hospital Unzué de 25 de Mayo
En este sentido, el jinete detalla que es “a total beneficio”. “La hacemos con otro jinete que tiene un estilo totalmente distinto al mío, porque el mío se fue perfeccionado a través de los años, a través de viajar y a través de que me haya interesado en la parte académica de la equitación. Yo hago mucho hincapié en lo académico, y él es un tipo muy natural, muy de campo, que hace una doma tradicional, y decidimos hacer una especie de contrapunto, amigable, por supuesto, como si fuera una payada de la doma, digamos, que se hace en la Argentina de toda la vida, que yo también la hice, y la doma, se puede sacar de cada una de esas dos domas y hacer a todo ese día. Lo que se recaude, a total beneficio del hospital Unzué. Yo se lo propuse, y Amílcar Unanue (el jinete y domador que lo acompañará) no dudó un segundo en decirme que sí, y en ponerme hasta su casa para hacerlo”, describe Morando.
Y agrega que Amilcar “es un tipo bárbaro, con mucha conciencia social, con su conciencia de lo que pasa, y como él dice cuando anunciamos la clínica, siempre uno debe colaborar porque no sabe uno qué día le va a tocar estar del otro lado”.
¿Por qué motivo Sebastián Morando hace estas cosas?
“Porque algo que me enseñó Mosconi es a que para vivir necesito lo justo, necesito exactamente lo justo, y algo que me enseñó la vida es que en cualquier lugar del mundo si no están en los medios para poder llevar adelante la enfermedad, es muy difícil sobrevivirla”, expone desde su tejido más íntimo.
Y suma: “Entonces mi hija nació en el hospital Unzué y en el sur donde fue súper bien tratada, y el hospital está bastante bien, pero con mi mujer logramos sacar esto adelante, pero mi deber como persona, como ser humano, es dentro de lo que yo puedo, que es colaborar con mi trabajo, dedicarle mínimamente una vez al año, porque esta idea es hacerlo todos los años, y recaudar dinero para que haya recursos para que la gente que se pueda enfermar de cáncer de mama pueda salir adelante.”
“No hay otra cosa que esto. A mí, de hecho, no me interesaba ni que se supiera quién era el que donaba, pero entonces lo que hicimos, justamente, fue que cada uno que se inscribe, para la clínica que vamos a dar, se inscribe en el hospital, llama al hospital o transfiere al hospital, y por nosotros no pasa la plata. ¿Entendés? “. Su mensaje es muy claro.
Morando puntualiza en algo muy importante: “los que verdaderamente están donando son los que se inscriben a venir a la clínica. ¿Me explico lo que digo? De hecho, muchos de los que han pagado, pagan sin poder venir. A muchos no les alcanza para poder venir, y dicen, -yo pongo 20 mil, yo pongo 30 mil, pero no puedo ir, pero quiero colaborar-. Entonces, nada… a mí me hace bien, me hace bien saber que alguien, quizás, que lo necesite, pueda tener esos recursos”.
“O sea, están también en el hospital que se destinen para el cáncer de mama. Probablemente puedan necesitar también para un adulto mayor que tenga otro problema. No lo sé, lo desconozco. Mi intención es luchar contra el cáncer de mama. Pero bueno, todo lo que sea para mejorar el bienestar de la gente, para mí está bien”, puntualiza Morando.
Respecto de su mujer dice que “está saliendo adelante, todavía seguimos peleando, pero está fuera de peligro y, digamos, si uno no lo hace por el lugar donde uno vive, ¿por dónde lo vas a hacer? O sea, yo no soy veinticinqueño, pero nunca en mi vida había tenido una casa, yo jamás tuve una casa. La primera vez que tengo una casa la hice ahora y el 25 de mayo, específicamente en Agustín Mosconi. Para los mosconeros yo no soy mosconero, pero para mí sí. Este es mi lugar, esta es mi tierra, el 25 de mayo, mi pueblo”.
Su Instagram https://www.instagram.com/p/C__xtLryXes
Un mensaje final: Sebastián transmite lo que siente
Seguramente hay personas que quieren adentrarse en el mundo que vive Morando. En este sentido, dice: “siempre mis puertas están abiertas, siempre están abiertas. Yo tengo muchos alumnos que no tienen la posibilidad de poder pagar y si yo noto que tienen verdaderas intenciones de mejorar, yo enseño, lo hago de forma gratuita. No tengo el tiempo de hacerlo todo el año, pero hay momentos en los que lo hago. Claro que uno puede visitar sin previo aviso, porque no es lógico, pero sí, claro que se puede, yo soy un tipo abierto. He hecho una clínica por año sobre mi disciplina, que es la doma vaquera española, algo que yo practico y de lo que vivo en Europa. Doy una vez por año una clínica gratuita de eso, para que la gente vea de qué se trata. Te cuento una anécdota, por ejemplo: Se lastimó una chica que estaba aprendiendo de forma gratuita hace poco acá. ¿Dónde terminó? En el Unzué. Y una de las enfermeras lo ve vestido de caballo y dice, -¡ay, mi hija cumple 15 y tiene el sueño de sacarse fotos a caballo! Y le digo, bueno, y vení. ¿Cómo? Y vení. Y llamó por teléfono a esta chica que se lastimó justamente. Esa chica es josecita, ¿no? Y le dice, ¿cuánto hay que pagar? Y dice, ¿cómo va a tener que pagar? Y dice, vení, saqué la foto. Y que haga, tomá la foto que quiera. Uno está para lo demás ¿para qué estás en la vida?”.
Otro mensaje desde el corazón de Morando: “Lo que me importa es que el 19 de octubre es el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama y que es algo súper evitable. Que mi mujer se lo descubrió de casualidad y que las mujeres, esto va a sonar muy cursi, pero que las mujeres deben revisarse, mirarse, palparse y si te revisas todo el tiempo, una vez por mes, aunque sea, evitás morirte. Nosotros la pasamos muy, muy mal. Muy, muy mal. Yo envejecí 10 años en dos y la verdad que lo agarramos a tiempo. Hay gente que no lo logra agarrar a tiempo por falta de conciencia y por falta de información. La falta de información sobre el cáncer de mama y concientización. Hay que prevenir”, culmina Morando.
Gracias al periodista Aramis Glauber