Alejandro Passarini, hombre de radio, en primera persona: Hoy las palabras han empezado a desaparecer

Desde nuestro portal pedimos una entrevista al locutor nacional veinticinqueño, operador de radio y trabajador del sonido. Lo dejamos en su voz, no lo retocamos. Ale, como le dicen sus amigos, además de relatarnos un poco su historia profesional, acá expresa oraciones que nos invitan a reflexionar acerca del entramado que hace a lo que llamamos comunicación

(Por Alejandro Passarini)

Pensado en escribir sobre los medios de comunicación, reflexionando ante los bruscos cambios tanto tecnológicos como profesionales, caigo en cuenta de que cumplo 30 años desde mi primera incursión en un medio que fue la radio. Y teniendo en cuenta que mi edad es de 43 años puedo decir que llevo más de media vida ligado a este maravilloso mundo. 

La radio en mi adolescencia era vivida de una manera intensa, quien tenía, hacía o participaba de un programa de radio tenía como cierto status (no de clase social) o al menos una exposición pública diferente al resto que lógicamente para algunos era muy seductora. 

Por otra parte, la radio era magia pura, pocos te conocían en persona, entonces el maravilloso mundo de la imaginación entraba en acción y hacia lo suyo. Hoy con las redes sociales y este vuelco que hemos tenido hacia mostrar cada minuto recorrido de nuestras vidas hace que no quede mucho por imaginar. Teníamos el suficiente tiempo para escuchar programas de 2 o 3 horas de manera continua, de escribir un papelito y llevarlo a la radio para hacer una dedicatoria o declararle el amor a otra persona. Quien movería un pie de su casa en la actualidad para hacer lo mismo. 

Todo fue mutando, poco a poco casi sin darnos cuenta. Me tocó pasar por varias épocas, desde el disco de vinilo, el cassette, el CD y finalmente la digitalización con la computadora. 

Esa época hizo que se fuera formando mi decisión de estudiar locución. Y así fue que en el año 98 ingresé al ISER y allí un mundo nuevo se presentó a mis pies. 

Vuelto con el título de locutor nacional bajo el brazo era todo un desafío. Pero para que me servía en una ciudad donde hacer un programa de radio era solo una cuestión de ganas y conseguir algunas publicidades. 

Pasé por todas las radios locales y algunas del distrito. 

La radio ocupaba un lugar de importancia en la sociedad, lo que se decía era respetado y tenido en cuenta. Había que ser cuidadoso con el pensamiento, pero además respetuoso con el oyente. Esas cosas también se han ido perdiendo. Hoy las palabras han empezado a desaparecer, a silenciarse, a desaparecer de nuestro vocabulario. Y el medio que siempre tuvo como premisa y como objetivo informar, educar y entretener comenzó a adecuarse a las nuevas modas del lenguaje porque si no perdía adeptos. Claro que hay excepciones y celebró que la haya, hablo desde la generalidad.

¿Pero qué joven se interesa en la actualidad por hacer un programa de radio? No los seduce e incluso no le encuentran el sentido tampoco. 

En algún momento fui docente de medios e incluso tuve a cargo la radio de la escuela. Allí tuve la suerte de poder guiar a algunos chicos que decidieron seguir ligados a los medios y debo asegurar que eso es un verdadero orgullo.

Luego de la docencia estuve alejado de los medios, solo, y gracias a la tecnología que en la actualidad permite trabajar a distancia, estuve trabajando como voz comercial para distintas productoras del país.

También hice mi paso por la televisión, pero esa será otra historia. 

Me dediqué a trabajar con mi pequeña empresa de sonido hasta que la pandemia y el parate total de actividades hizo que vuelva a relacionarme con mi eterno amor que es la radio y puse al aire, junto a un grupo de gente fabulosa, un programa que marcó tendencia y hacía mucho que la ciudad merecía. Llegamos hasta los lugares más inesperados. A reflotar los viejos mandatos, informar, educar y entretener. 

Lamentablemente la aventura duró sólo un par de meses, pero puedo asegurarles que fueron dos meses en los que sentí que mi pasión por los medios no había desaparecido de mi ser.

Pero más allá de mi experiencia hoy los medios se han transformado en máquinas comerciales que solo apuntan a buscar un beneficio propio sin importar la pluralidad de la sociedad. Se ha perdido la tan preciada objetividad de la que todos se jactan pero que bien sabemos quién sabe dónde ha ido a parar. 

Son tiempos nuevos, cualquier persona tiene el poder de comunicar algo, sea lo que sea. Pero como ha venido sucediendo en todos estos años la radio encontrará la manera y el momento oportuno para volver a ocupar su lugar de preponderancia en una sociedad que necesita imperiosamente que desde un medio se vuelva a marcar el camino de las formas correctas de utilizar un lenguaje por ejemplo o reconocer a personajes que luchan a diario por mejorar el bienestar de muchos. 

Solo es cuestión de esperar, mientras tanto seguiré sintonizando mi dial.

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