¿Empezó el universo en Nueva Jersey?

Así lo indica un artículo del diario estadounidense The New York Tames. En el mismo dos periodistas entrevistan al Dr Robert Wilson. Hace medio siglo, un radiotelescopio situado en Holmdel (Nueva Jersey) envió a dos astrónomos 13.800 millones de años atrás en el tiempo y abrió una ventana cósmica por la que los científicos han estado mirando desde entonces.

La Holmdel Horn Antenna, un radiotelescopio parecido a la cuchara de una pala de vapor gigante: una caja de aluminio de seis metros cuadrados en la boca y que se estrecha hasta una abertura de ocho pulgadas, a través de la cual las ondas de radio se canalizan hacia la “cabina”, una cabaña de madera sobre pilotes. Desde lejos, el conjunto podría confundirse con un antiguo campamento minero de Montana o Idaho.

“Lo que antes se exploraba era el cielo. Mientras escuchaban con la antena en mayo de 1964, dos jóvenes radioastrónomos, Arno Penzias y Robert Wilson, captaron un zumbido inquietante y persistente procedente del cielo. Durante mucho tiempo pensaron que se debía a los excrementos de paloma que se habían acumulado en la bocina. Sin embargo, descubrieron que habían detectado el principio del espacio y del tiempo. Estaban escuchando el último suspiro del Big Bang, que alumbró el universo hace 13.800 millones de años y que ahora sólo es detectable como un tenue y omnipresente silbido de radiación de microondas”, relatan los periodistas estadounidenses

Es que hasta ese entonces, los científicos habían debatido si el universo tuvo siquiera un principio; tal vez fuera atemporal. Esta cuestión ha quedado resuelta. Y lo que es más importante, el descubrimiento llevó el principio del tiempo al laboratorio.

El problema de las palomas

La Holmdel Horn fue construida en 1959 por los Laboratorios Bell para un experimento llamado Proyecto Eco, cuyo objetivo era enviar mensajes de un lugar a otro de la Tierra haciendo rebotar microondas en gigantescos globos aluminizados. Una vez finalizado el proyecto, Bell cedió la antena a dos jóvenes astrónomos: El Dr. Penzias, que había abandonado la Alemania nazi antes del Holocausto y se había doctorado en Columbia, y el Dr. Wilson, un genio de la radio de Houston con un doctorado en el Instituto Tecnológico de California.

El principio de los tiempos era lo último en lo que pensaban; querían medir el brillo de las galaxias. Los astrónomos suelen caracterizar el brillo de sus fuentes por la temperatura que debería tener un cuerpo caliente -el llamado cuerpo negro- para producir la misma cantidad de radiación. Para medir con precisión las galaxias de interés, el Dr. Penzias y el Dr. Wilson tuvieron primero que calibrar la antena estudiando fuentes cuyo brillo o temperaturas eran conocidos.

“El 20 de mayo de 1964, lo conseguimos”, dijo el Dr. Wilsonera Sin embargo, recordó, se habían encontrado con una molesta sorpresa: un silbido persistente allí donde apuntaban con el telescopio. “El cielo estaba demasiado cálido”, dijo. “Debería haber estado más frío”.

Wilson jamás trabajó sólo. Lo hizo junto al físico Penzias.

Penzias y Wilson descubrieron una radiación de microondas en el fondo del cielo. La existencia de tal radiación había sido predicha por varios investigadores durante las dos décadas previas y pudo ser inmediatamente interpretada como una reliquia del Big Bang.

Compartir

Dejar un Comentario