Leandro Ferraris Montenegro, el aviador veintincinqueño que dibuja historias en el aire durante la noche

Es acróbata aéreo y piloto comercial. Tiene 29 años Comenzó a volar desde muy chico en la falda de su padre junto a su hermano mellizo. En esta entrevista, cuenta qué es la acrobacia aérea nocturna. Algo que sólo él ofrece en nuestro país. Metete en este adrenalínico y alucinante viaje por otras dimensiones

(Por Leo Baldo y Rubén Baldo)

“Todo lo que hago está planificado. Entreno mucho a nivel físico y psicológico. Para realizar el show que proponemos arrancamos con una planificación sobre lo que se va a hacer y un ensayo”, cuenta Leandro Ferraris Montenegro, el acróbata aéreo de 29 años que cuando lo vemos en el aire narra historias. Por un lado, va su avión, en la oscuridad, dibujando tramas. A la par lo acompañan la música en vivo y una voz en off. Es el único aviador que hace este tipo de espectáculo durante la noche en nuestro país, Argentina.

Leo, como le dicen sus más allegados, arma su show de acuerdo a lo que se le ocurre en relación al avión y a sus habilidades. No sólo es un aviador, sino un autor que propone algo de principio a fin. Quien lo observa con su cabeza al cielo, interpreta la propuesta de Leo.

“Empiezo a practicar en altura durante el día, viendo qué puedo modificar, que quedó bien y que no. Luego vamos simplificando la rutina de acuerdo a cómo me sentí respecto a los varios vuelos”.

Leandro Ferraris Montenegro es un conocido joven aviador oriundo de 25 de Mayo, hijo de Leandro (también aviador). Es piloto de avión con 2000 horas de vuelo. Rindió todas las licencias y se convirtió en piloto comercial de primera clase. Tiene la licencia de transporte de línea aérea y de Aero aplicador; también, la de aviador instructor de vuelo. En el presente, se dedica a la acrobacia aérea, realiza shows en el cielo y entrena para este tipo de competencias. Dice que “es una disciplina que no está muy desarrollada en el país”, pero que su objetivo es salir a representarnos en el exterior. Es un apasionado de las alas y motores. También se dedica a realizar vuelos ejecutivos para empresas privadas y fumigación aérea junto a su padre. Su aeronave acrobática es un Super Decathlon.

Cuando finaliza su rutina de entrenamiento comienza a buscar las alturas necesarias. Siempre lo hace con un margen de seguridad. El aviador no está sólo, sino con un equipo. Ya piensa en su público: “Una vez que tenemos algo lindo para la vista de las personas, lo implementamos cerca. Si vas a hacer acrobacia en la estratosfera, no se ve”. Quien lo contempla puede ver como pasa muy rápido a ras del suelo, se eleva, hace figuras, firuletes, como que gambetea las corrientes de aire, se suspende y vuelve a caer junto a una estela que sale de la parte trasera de su avión iluminado.

Acá, remarca algo muy importante: “Cuando realizo acrobacia nocturna pierdo el sentido visual por la oscuridad. No hay referencias visuales; sobre todo, con respecto al horizonte. Tenés más luces, más encandilamiento. Hay registro de cielo tierra, pero termina siendo todo negro; entonces se vienen un montón de cosas: estrellas, luces de ciudad o de aeródromos”. Un viaje casi onírico con presencia del público que queda sorprendido con su propuesta. Solo Leo lo sabe. Trata de explicarlo. Se entiende.

Dice que la acrobacia nocturna se simplifica con respecto a la que hace de día. “No es tan compleja”. El acróbata tiene presente, ante todo, la seguridad. “La idea es generar un momento- replica- no se vuela igual de día que de noche”.

En cuanto a lo psicológico indica: “Hay que concentrarse en el ahora y nada más. El tiempo es corto. Son 15 minutos entre el despegue y el aterrizaje”.

Leo se sube, cierra la cabina y se aboca el cien por ciento en ese lugar. No existe más nada. Es un profesional y apasionado. Menciona que nunca dejará de hacer acrobacia aérea. “No hay nada más, es eso y listo. Después cuando bajás volvés a todo”. Imagino la dimensión en la que está durante ese tiempo.

Acentúa en los siguiente: siempre tiene apoyo desde la tierra; no está sólo. Se comunican por radio. Hasta le marcan los tiempos de la música. “Con todo eso se hace mucho más fácil”.

Respecto del entrenamiento físico nos cuenta que entrena mucho con el profesor Mauricio Castro durante cinco días a la semana. “Hago un entrenamiento bastante intensivo de crossfit y demás cosas”.

A pesar de estar sentado en una butaca y manejar todas las variables con una palanca, los vuelos acrobáticos resultan un exigente ejercicio debido a lo que se conoce como “carga de aceleración” o “fuerza g”.

La fuerza g es una medida que determina la aceleración producida por la gravedad terrestre en un objeto o individuo. Las fuerzas g más conocidas son 0 g, que se experimenta en ambientes carentes de gravedad; y 1 g, que es la fuerza experimentada por cualquier objeto sobre la superficie terrestre a nivel del mar. “Cuando ando en avión estoy en valores de 8 g positivo y 4 g negativo. Eso se traslada al cuerpo”.

Arrancó con la acrobacia aérea hace 5 años y notó que hace 2 “le costaba un poquito”. Ahí se dio cuenta de la importancia de la disciplina y el entrenamiento. El deporte es extremo. Somete a su cuerpo a una carga estresante de la que disfruta.

En la parte formativa comenta que se inició con Jote Arce y Jorge Malatini, a quienes les agradece, pero Jote Arce, quien fue el jefe de la Escuadrilla Cruz del Sur en la Fuerza Aérea, fue con quien hizo sus primeras maniobras. Malatini le ayudó en el pulido de las acrobacias. Le trasmitió toda su experiencia. “Comparto muchos eventos con él”.

Leandro Ferraris Montenegro nos adelanta que en el mes de septiembre realizarán el primer show nocturno de acrobacia en su ciudad natal, 25 de Mayo. “Será algo muy lindo. Hay mucha gente expectante que me sigue y que me pregunta”. Es que lo ven a través de sus redes, pero les gustaría verlo en vivo. De paso, su Instagram: https://www.instagram.com/leoferraris_airshow/

La idea es que el evento sea gratuito y para la mayor cantidad de personas posibles. Estima que será después al día de la primavera, el 24 y 25 de septiembre. “Que vengan y que pasen un lindo finde”. Será de día y noche y habrá muchos números para hacer un gran show.

Leo es humilde y entusiasta. Maneja el idioma aeronáutico. Cuando se juntan con pilotos, pueden estar hablando de aviones durante días y días. No salen de otro tema que no sea ese. “Sumo algún amigo que no es del palo y me dice, -es todo avión, che-“.

El aviador desea saltar a la Fórmula 1 de la acrobacia. Quiere ir por una nueva nave, un Extra 330. Más tecnología, más rápido. En su avión actual le saca casi el cien por ciento de lo que tiene para poder estar en un nivel similar al de los demás. Usa muchos los límites de su avión y de él para llegar a todo.

Otro de sus objetivos es empezar a hacer competencias acrobáticas en el exterior. Seguramente lo hará, ante jueces que lo evaluarán. Para eso necesitará de un entrenador: “Ya estuve con Cástor Fontova, que es un español y múltiple campeón. Cuando visitó nuestro país volé con él y es como si hubiera hecho mil horas más de vuelo”.

ALGO QUE VIENE DE FAMILIA

Leo hace 12 años que se dedica profesionalmente a la aviación, pero empezó a volar en la falda de su papá junto a su hermano desde muy chiquito. Habla de Leandro Ferraris, aviador entrevistado la semana pasada en este portal.

Con su hermano, a los 12 años, empezaron a volar. “Ahí está el avión y acá estoy yo -refiere a su padre- si quieren volar volamos y si es que no tienen ganas no volamos”. Ríe. De esta manera destaca que su papá nunca se los impuso.

“Mi viejo siempre quiso que se hagan las cosas bien, por eso a los 18 volé solo por primera vez; sobre todo por una cuestión de legalidad y de responsabilidad”. El curso de piloto se puede realizar a partir de los 17 años. Su padre nunca los dejó sólos.

“Fue el que me enseñó todo. Nací entre aviones. Éramos chicos y jugábamos en los aviones con mi hermano mellizo. Nos poníamos los cascos, cada uno en un avión, y ahí nos imaginábamos que estábamos volando”, evoca entre risas.

Leandro Ferraris Montenegro no se imagina su vida sin volar. Hace su vida en base a la aeronáutica. No anda en moto ni juega al fútbol, es un profesional. Se cuida, no quiere tener ni la más mínima lesión. Es como un cinco en el cielo que distribuye la posibilidad de varios juegos.

Por último, invita a toda persona que tiene la inquietud que desee volar: “Que se animen, que vayan al aeroclub local o de otra ciudad. Hay personas que lo ven como imposible o muy caro, y no es así. Invito que vayan a volar. Somos una gran familia. Acérquense e intégrense. La persona que no tenga la posibilidad económica, que lo haga igual, siempre algún aviador lo llevará a volar y en algún momento se darán las condiciones para comenzar a realizar el curso. Lo que se desea, se hace”, culmina Leandro Ferraris Montenegro.

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