La filósofa, escritora y novelista Susan Sontag, alguna vez señaló que nuestra cultura se ha inundado de imágenes de dolor que se utilizan de forma manipuladora para anestesiarnos frente al sufrimiento de cualquier tipo.
“La fotografía no se limita a reproducir lo real, lo recicla”, señaló en “Sobre Fotografía”, una de sus tantas obras. “La cámara ha terminado por promover enérgicamente el valor de las apariencias”, de esta manera se adelantaba a lo que podemos apreciar en el presente: redes. No estaba en contra de los planos, sino que preconizaba que la palabra escrita no se diluyera.
Es que nos indica, al igual que Debord, pero con otra prosa, que nos acostumbramos a contemplar el sufrimiento como un espectáculo que nos impide poner los medios para aliviarlo.
Es en este contexto, que los medios de comunicación somos bastante responsables. Muchos ofrecemos, a cada hora, el dolor ajeno como espectáculo que el consumidor devora mientras desayuna, almuerza o cena. Y ahora, con la presencia de las redes sociales, mucho más.
Dejamos otra frase de sobre la pensadora que dibujó una grieta en el concepto de las imágenes:
“Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.”
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