Hace un par de días el vecino Pedro Vilanova dejó este plano. Muchas personas recuerdan al gran hombre. Hace un año, Ruben Baldo, con su amigo en vida, escribía esto sobre el vecino querido por Mosconi y todo 25 de Mayo.
(Por Rubén Baldo)
Pasé buena parte de mi infancia en la localidad de Agustín Mosconi, ubicada en el partido de 25 de Mayo, 50 km al sur de la ciudad cabecera, terminé el 6to. grado en la querida escuela nro. 13. Para poder seguir estudiando tenía que instalarme en una pensión en la ciudad de 25 de Mayo y mi familia no contaba con los medios económicos para realizarlo. Entonces me incorporé al ferrocarril, como practicante sin goce de sueldo, con la promesa de que cuando cumpliera 16 años pasaba a ser empleado permanente. Eso no se dio, pero es otra historia.
Por aquellos años, regresaba a Mosconi, Pedro Vilanova (Integrante de un gran familia, padres y hermanos, gente maravillosa) luego de haber trabajado en Córdoba en Industrias Kaiser Argentina y junto a su hermano, Luis pusieron un taller mecánico, la estación ferroviaria, cerraba a las 18:00 horas los martes, jueves y sábado y a las 19:00 horas, los lunes, miércoles y viernes, luego del cierre me encaminaba al taller de los Vilanova porque mi pasión eran los autos, llegaba y era un clásico que Pedro me dijera: gordito cebate unos mates y esa tarea duraba 2/3 horas, en la rueda estaban, Pedro, Luis su empleado Horacio, más algún cliente.
Amante de las carreras, escuchaba por radio y leía sobre pìstones, bielas, válvulas, cigüeñales, tapas de cilindros, resortes de válvulas, cajas de velocidad, diferenciales, etc., entonces esperaba con ansiedad ver un motor abierto, siempre le preguntaba a Pedro, si no tenía programado algún trabajo de ese tipo, hasta que llegó el día ansiado, un habitante de Mosconi (Juan Adornetto) había comprado una pick-up Chevrolet 0 km con el motor 230. De inmediato, le hizo pintar una franja negra ancha en forma longitudinal con dos finas a cada lado, (para dar señal de que eras tuerca) para darle más facha un generoso cuenta vueltas y como estaba de moda un vacuómetro (años más tarde Dodge sacó un 1500 con ese instrumento que marcaba con una luz anaranjada en cada guardabarros), caño de escape libre y cambiarían la junta de la tapa de cilindros, por una más fina, para tratar de tener más potencia, dicho trabajo se realizaría tarde. Pedro me avisó y ahí estuve presente, para ver por primera vez una tapa de cilindros, válvulas, resortes de válvulas y la cabeza de los pistones, para mí fue emocionante, viendo eso comencé a entender el funcionamiento de un motor.
A pesar de mi corta edad, yo era la persona de consulta sobre automovilismo, pues escuchaba 5 programas radiales por día, las carreras y leía Goles y El Gráfico (prestados), Automundo y Corsa aun, no existían, esto tenía un premio, los días jueves había asado, muchas veces jugaban las hinchadas de Chevrolet y Ford, los hinchas del moño agarraron la racha de los Emiliozzi y pagaban en forma repetida; mi premio, ¿cual era? degustar el asado, sin pagar, por mi corta edad y por ser el más entendido (segùn opinaban los mayores).
Gracias a Pedro, manejé por primera vez. Don Juan Ghelfi, había viajado en tren y había dejado su camioneta en la estación y le encargó a Pedro que fuese a buscarla y le hiciera unas reparaciones, llegó Pedro sólo en otro vehículo y me pregunta: ¿sabes manejar? mi respuesta fue: no y repregunta: ¿Te animas a llevarla hasta el taller? no espero mi respuesta y yà me había hecho sentar al volante, mi locura por los autos era tal, que logre llevarla sana y salva.
Han pasado como 55 años desde aquellos tiempos, hace mucho que no veo a Pedro, gran persona, muy querible y como mecánico, super inteligente, por aquellos años decíamos que con un martillo o una masa en la mano era capaz del arreglo más increíble.
Se me ocurrió escribir esto y simplemente decir: gracias Pedro, vos no debes saber que, en tu taller, pasé horas extraordinarias.
Ya pasó un año de que escribí esto: Descansá en paz y un abrazo a tu familia. Me dejaste y nos dejaste un gran legado. Sos inolvidable y un ejemplo de vida.
Fotos: Karen Villanova
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