La interesante historia de la Laguna Cabeza del Buey, patrimonio histórico de la ciudad de Bolívar

El espejo de agua emplazado en la localidad vecina nos lleva a las expediciones a las salinas que se realizaban en 1786. La conquista letrada y los indios, contada por el escritor e historiador Felipe Martínez Pérez.

La Laguna Cabeza del Buey es un espejo de agua con historia. Se cuenta que durante la Expedición a las Salinas (o a las Salinas Grandes) constituyó una de las aguadas más importantes. Se conoce con este nombre a la expedición militar y comercial llevada adelante por la Primera Junta de Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata al interior de la pampa para obtener el reconocimiento por parte de los indígenas de la frontera bonaerense y lograr el abastecimiento de sal para Buenos Aires. Este tipo de expediciones, por el número de carretas desplazadas, la cantidad de gente movilizada y las transacciones que podían llegar a hacerse, podía equipararse a un pueblo en movimiento. Dada su estratégica ubicación, y la cantidad de agua dulce que contenía, se convirtió en cruce obligado de aborígenes y criollos, que se juntaban para practicar el trueque y descansar.

Felipe Martínez Pérez escribió un texto. En él ubica en el mapa a la Laguna Cabeza del Buey. Es un texto preestatal. El espejo ya estaba ahí, pero la nación argentina no existía como tal.

En este tono, en una entrevista que concedió hace un tiempo al Diario La Mañana de Bolívar, manifiesta: “Yo hablo de los indios de la pampa, es decir que hablo de tiempos del Virreynato, y tengo que empezar diciendo que había dos indios, uno el español, porque esto era España, por más que no le guste al indio, y otro a partir del 25 de Mayo de 1810 donde quiere ser Argentina, y tarda en ser Argentina gracias a un indio jodido, así de sencillo; pero no es historia que no me interesa en ese momento”.

“En la pampa no había indios, ellos estaban tirando a la montaña, ahí estaban todos. Del Río Salado hasta las salinas y estibaciones de la Sierra de la Ventana, no había nada. Pongo en el libro un relato de alguien que hizo varios viajes a Salinas Grandes y vive diciendo que -no hemos encontrado leña-, eso quiere decir que no había árboles.”, añade el intelectual pampeano.

En este sentido, remarca que “estaba esta ruta, que es la que importaba para conseguir la sal, pero también estaba la otra que interesaba tanto y que llevaba a Carmen de Patagones, adonde iban por mar, pero decidieron ir por tierra que era más interesante; pero había indios en la Tandilia y en la Ventana”.

Respecto del espejo de agua que está muy cerca de la ciudad, comenta: “La Laguna Cabeza del Buey fue medida en 1786, en un parate en una de las expediciones a las salinas, y la midieron para ver de hacer un pueblo, seguramente, que no se hizo nunca, es curiosísimo, y que recién se están haciendo cuando pasa Roca, pasaron 100 años más para hacer un pueblo”.

“Las expediciones que se armaban eran casi todos los años hacia las salinas, eran caravanas de muchísimas carretas (alrededor de 400), soldados, y así como de niños íbamos a la estación a ver cómo llegaba el tren, no a ver quién llegaba en el tren, los indios iban a la laguna a ver pasar a esta caravana, y había abrazos, y se sentaban a comer; pero a la noche dormían a unos 100 metros de distancia, había una cierta desconfianza”, añade el escritor.

La laguna empieza a trascender mucho antes

“He tratado de ir hacia atrás escarbando y escarbando para saber quién fue el primer español que le puso el nombre, porque el buey ellos (los españoles) no lo conocía, cabeza como tal puede haber una traducción”, explica Martínez Pérez.

Por último, enfatiza: “Esa laguna forma parte de un patrimonio histórico de este Partido, ya que ha quedado dentro de Bolívar. En primer lugar ha quedado muy cerca de lo que después sería la ciudad”.

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