Especialistas del CONICET, en colaboración con colegas del Reino Unido y Alemania, describieron en detalle el cráneo de Manidens condorensis, un heterodontosáurido que vivió hace 170 millones de años en la actual provincia de Chubut.
Mediante micro-tomografías computadas y reconstrucción digital 3D de restos fósiles de Manidens condorensis, paleontólogos del CONICET elaboraron una de las descripciones más completas realizadas en cráneos de dinosaurios ornitisquios argentinos. El trabajo liderado por Marcos G. Becerra, investigador del Consejo en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC), fue publicado en la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology.
Manidens condorensis es uno de los dinosaurios ornitisquios más completos del Jurásico Temprano sudamericano y es el único heterodontosáurido con un cráneo casi completo, aparte de Heterodontosaurus (una especie de Sudáfrica que pertenece a la misma familia). La especie fue descrita en 2011 a partir de fósiles recuperados en la Formación Cañadón Asfalto (Provincia del Chubut) por Diego Pol, investigador del CONICET en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) y coautor del artículo publicado en Journal of Vertebrate Paleontology.
“Los heterodontosáuridos son un linaje de pequeños dinosaurios bípedos, cuyos grandes colmillos recuerdan más a los cánidos y otros mamíferos que a los dinosaurios. Estos dinosaurios tienen un registro fósil extenso en el tiempo (Jurasico Temprano – Cretácico Temprano), pero escaso y fragmentario en cuanto a la calidad del material. Aparecen como un linaje altamente especializado para la época, por lo que su parentesco con otros grupos de dinosaurios ornitisquios es actualmente controversial. Información novedosa, como la de este trabajo, tiene un gran impacto en nuestro entendimiento sobre la historia evolutiva temprana de los dinosaurios ornitisquios”, explica Becerra.
Dado el pequeño tamaño y la fragilidad de los fósiles de Manidens, no era posible aislar mecánicamente muchos de sus huesos, por lo que debieron digitalizarlos para su estudio. “El uso de tomografías computadas sirve para obtener imágenes en forma de secciones o ‘cortes’ de cualquier objeto en estudio. Las partes más densas absorben más radiación y se ven más claras, lo que permite diferenciar distintos componentes del objeto (en este caso, restos fósiles) sin dañarlo. En Alemania, aplicamos una técnica de micro-tomografías que nos permitió obtener cientos de imágenes en forma de cortes o secciones. Luego, con un software pudimos seleccionar y separar cada uno de los huesos que estaban en articulación o solapados, modelarlos digitalmente y reconstruir el cráneo en tres dimensiones. Allí nos dimos cuenta de que teníamos más del 80% del cráneo de esta especie”, detalla el investigador.
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Este exhaustivo estudio permitió realizar una reconstrucción más precisa del cráneo y corregir errores en los rasgos diagnósticos señalados por el trabajo original de Pol y colaboradores. Además, describieron los sitios de inserción de la musculatura de la mandíbula de Manidens y compararon la forma y función del cráneo con la de otros miembros del grupo de los heterodontosáuridos.
Según Becerra, se han presentado diversas hipótesis de la dieta de los heterodontosáuridos, basadas en distintas evidencias morfológicas. Detrás de sus peculiares colmillos, las diferentes especies de la familia presentan una morfología dental muy variada. Algunas tenían una dentición con rasgos más primitivos que no estaba bien adaptada a un estilo de vida herbívoro, sino más bien omnívoro o generalista (como Fruitadens, Echinodon y Tianyulong); en tanto que otras estaban más especializadas para el procesamiento de hierbas ricas en fibra. Además, llamativamente, los heterodontosáuridos carecen de algunas características comúnmente relacionadas a la herbivoría que están presentes en el resto del linaje de los dinosaurios ornitisquios (hocico largo, mayor número de dientes, reemplazo continuo de los dientes a medida que se desgastan, entre otras).
“Heterodontosaurus es la especie mejor descrita del grupo y la que posee el registro fósil más completo. Su dentición posterior tiene coronas altas y marcas de desgaste sistemático muy desarrolladas, todas en un mismo plano oblicuo. Esto es semejante a lo que sucede con los dientes de las ovejas y vacas, en los que se produce una superficie plana de desgaste que sirve para el machacamiento del alimento vegetal con mucha fibra, antes de su digestión. Entonces, el desgaste observado en los dientes de Heterodontosaurus evidencia que procesaba comida en la boca de forma regular. A su vez, el posicionamiento de la articulación entre el cráneo y la mandíbula, así como el desarrollo de las zonas de inserción de la musculatura mandibular, muestran características relacionadas con una fuerza de mordida considerable respecto del tamaño del cráneo. La suma de estos atributos anatómicos permite afirmar que esta especie estaba mucho mejor adaptada a una dieta herbívora”.
En comparación, el cráneo de Manidens reconstruido por los investigadores muestra una mezcla de rasgos que sugieren que estaba menos especializado para una dieta herbívora rica en fibras. Su análisis biomecánico y funcional permitió a los autores hipotetizar que este dinosaurio habría sido un omnívoro facultativo, es decir, que era más generalista en su dieta que Heterodontosaurus.
“Manidens condorensis posee ciertas adaptaciones anatómicas del cráneo relacionadas a una dieta herbívora, pero otras tantas dicen lo contrario. Por ejemplo, las facetas de desgaste en dientes de reemplazo que encontramos aislados en el trabajo de campo, no están muy desarrolladas. Esto sugiere que los dientes no tenían un contacto sistemático entre sí, ni sufrían mucho desgaste antes de ser reemplazados, por lo no habría procesado mucho la comida dentro de la boca (una masticación similar a la de las especies primitivas de ornitisquios). Por todo esto, interpretamos que no consumía hierbas fibrosas, que requieren mucha masticación, aunque podría haber aprovechado hojas tiernas u otros vegetales con bajo contenido de fibra. Incluso, quizás exploraba otros nichos alimenticios”, concluye Becerra.
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